Tú, Yo y El Mal

Liam Davis

27 de diciembre.

No he podido dormir en estas tres noches después de la amenaza de Ruggero hacia mi.
Esos grandísimos hijos de puta. Odio a la familia Pasquarelli. Y no me refiero a su mamá, su papá y su hermano. Sino que todos sus amigos que se hacen pasar por su familia: Bratt, Maxon e incluso Agustín, el chico se ha estado mal influenciando por los demás.

—Tienes unas terribles ojeras, hijo.

—Mamá, papá, ¿han pensado en contratar seguridad para que los cuide?

—Ya contamos con seguridad.

—Pero más. Ahora que han estado haciendo más dinero tal vez alguien quiera hacerles daño.

—Estamos bien Liam, no nos ocurrirá nada.

—Sí Liam, no hay nada de qué preocuparse.

Suspiro rendido, dejando mi plato de desayuno sobre la mesa y yendo por algo más al refrigerador. Éstos días no he estado de buen ánimo.

—Señor Liam, hay una señorita allá afuera que lo espera —Anuncia la empleada y maldigo a mis adentros porque sé de quién se trata—Es su novia.

—¿Novia?

—¿Tienes novia, Liam?—Mierda—Háganla pasar, ella no necesita presentación.

—Si señora.

—No nos habías dicho que tenías novia hijo, ¿acaso no confías en nosotros?

—Mamá, papá, no la incomoden por favor y háganla sentir a gusto —Porque si llora, alguien muere—Se llama Sophia Miller y es mayor que yo.

—¿Mayor? ¿La conociste en la universidad?

—Es amiga de Karol, la conocí por ella.

—Y sí que es hermosa —Susurra mi madre cuando Sophia entra con una radiante sonrisa. Va vestida tan elegante como siempre y yo sólo rezo para que no la hagan llorar—Buenos días, tú debes de ser Sophia Miller, ¿No es así?

—Mucho gusto señora, es un placer por fin conocerla.

—El placer es mío. Nos ha tomado de sorpresa saber que nuestro hijo tenía una novia y ahora que nos hemos presentado puedo deducir que es algo formal.

—Siempre es formal si nos amamos, ¿no es así mi amor?

—¿Se aman?—Ahora habla mi padre acercándose a ella—¿Tan pronto?

—¡Si!—Me adelanto a decir—Soph es una mujer única, se ha llevado mi corazón.

Ella sonríe y al parecer mis padres se lo han creído porque se les ve la ilusión en los ojos. La ilusión de que su hijo por fin ha encontrado a alguien en la vida.

—Pues si ese es el caso, bienvenida a la familia Sophia.

—Muchas gracias señor.

—¿Ya desayunaste? ¿Gustas centrarte y comer algo? La empleada te pondrá un plato.

—No, había pensado en venir por Liam para ir a desayunar, así que no es una mala idea.