• CAPÍTULO 52 •

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—¿De qué quieres hablar? Porque yo no tengo nada que decir.

—Siéntate, vine en son de paz.

Obedezco, tampoco es que tenga muchas opciones porque si intento matarlo, sus hombres vendrán a defenderlo.

—Dime Ruggero, ¿acaso quieres que te pida disculpas y te ruegue por tu misericordia?

—Exacto. Me gustaría que hayas aprendido la lección y no me vendría nada mal que te arrodillases ante mi.

—Se ve que no me conoces.

—Háblame de él —cambia de tema y me remuevo furiosa porque sé que sólo ha venido a eso—Tengo a miles de asesinos buscándolo a cambio de una suma elevada de dinero.

—Ya dije todo lo que tenía que decir.

—No, no has dicho absolutamente nada.

—¿Quieres que te confirme que lo amo? —me mira furioso—Si, lo amo. Y no me importa que te arda porque ahorita sólo quiero verte muerto.

—No me gustan las mentiras.

—No es ninguna mentira.

—Eres una mentirosa porque cuando te pregunté en la playa que si te habías enamorado de algún ex novio me dijiste que no.

—Él nunca fue mi novio, él era mi amante. Así que no, yo no dije ninguna mentira y lo sigo sosteniendo.
Tu plan era castigarme con torturas para que volviera a tus pies y así te pudiera tal vez amar, ¿pero sabes qué? Yo jamás te amé. Jamás. —se queda mudo—Te dije eso porque quería desviar el tema de Derek y que es a él al que amo y no a ti. Por Zeus, ¿quién mierda te podría amar? No eres una persona sana, estás enfermo y te aseguro que jamás de los jamases sentiría lo que siento por Derek pero por ti.

—Veo que me odias mucho.

—Te detesto. Me enfada el sólo hecho de verte y no te soporto. Eres a la persona que más odio y te lo recalco; te-odio-y ojalá te mueras.

—Te puse mi mundo a tus pies y así me pagas. Eres una maldita malagradecida.

—¡Me arruinaste la vida! ¡Me arruinaste las putas ganas de vivir! ¡No puedo creer siquiera que hayas pensado que te amaba! ¡Me compraste! ¡Prácticamente me secuestraste! ¡Tuve que dejar muchas cosas por ti! ¡Tuve que dejar al hombre que amaba por miedo a que le hicieras daño! ¡Porque si, así es el amor Ruggero! ¡Las personas se sacrifican ¿y sabes qué!? ¡Teníamos pensado casarnos! ¡Todo mi mundo se fue a la mierda por ti! ¡Todo! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Y juro que quiero verte muerto! ¡Yo te fui fiel cien por ciento! ¡Lo dejé por ti! ¡Tú eres el malo de la historia porque no me creíste! ¡Decidiste escuchar a tus malditos compañeros en vez de a mi! ¡Te odio! ¡Te odio porque ahora tengo cicatrices por todo el cuerpo! ¡Duré colgada de cadenas hasta quince horas seguidas! ¡Quince putas horas Ruggero! ¡Y todo porque te enteraste que no era a ti al que amaba! ¡Pero joder! ¡Es que así son las cosas! ¡Yo jamás te voy a amar! ¡No voy a amar a una persona que me arruinó! ¡Te odio!—le suelto un golpe pero me toma con fuerza de la muñeca; estoy que echo humo—Te odio Pasquarelli. Porque a pesar de que me jodiste la vida con Derek, yo empecé a sentir cosas por ti. Te odio maldita sea.

—¿Cosas por mi?—me suelta—¿Qué clase de cosas?

—Me ilusioné contigo, ¿y te digo algo?—jamás había confesado esto—Si no me hubieras mandado a este lugar, tú y yo estaríamos en busca de Derek para matarlo. Pero lo único que conseguiste es que te detestara. —me empieza a doler la cabeza por el enojo y sé que debo de tranquilizarme—Me has tenido aquí por más de cinco meses. A todas horas hay castigo.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora