• CAPÍTULO 17 •

2.8K 248 119
                                    

Después de la comida Amelia se me acerca y me dice que la señorita Valentina me espera en la entrada.
Cosa que me dio gracia cuando vi que no estaba sola; estaba con Dalton quien le mostraba algo en la IPad y ella parecía muy entretenida.

—Y así es como puedo hackear la Casa Blanca.

—¡Guau! Eres muy inteligente Dalton.

—Lo sé.

—¿Qué ha sido lo más grande que has hackeado?

—Diría que la NASA pero he hackeado cosas más grandes. —Mi amiga se ríe y aún no notan mi presencia pues es Agustin el que sale con su bata de científico.

—Oh, que linda sorpresa el tenerla aquí.

—Karol me mandó un mensaje para que viniera. —Dalton me Hackeó.

—Ya que estás aquí, ¿Te interesaría probar metanfetamina echa por mi? Es deliciosa y acabo de terminar de hacer un cargamento. —Si que tienen diferentes tipos de coqueteo.

—¿Metanfetamina echa por el científico Agustín? Claro que me interesa.

—Ven conmigo, acompáñame.

—Ahora está ocupada conmigo Agustin, le voy a mostrar como es que puedo sacarle información a la NASA.

—Esas son cosas aburridas. La metanfetamina es sabrosa.

—Lo digital es de otro mundo, jamás lo entenderías.

—Tú eres el que no entiende el proceso ni las sustancias que contienen las drogas.

—Dale Rubia, dile a el chico que prefieres quedarte conmigo.

—O conmigo.

—¡Oh pero si es la de cabellos de oro!—Exclama alguien al bajar por las escaleras y es imposible no saber quién es por el gran arreglo florar y el Smoking elegante seguramente carísimo; Simón.

—¡Dios! ¿Y eso?

—Son para ti. Me enteré que vendrías y decidí darte un regalo muy a tu nivel. —La sonrisa de mi amiga no se compara con nada.

Ella también tiene el carácter como yo, ¡Pero vamos! Nadie se puede resistir a detalles así de hermosos.

Valentina empieza a dar brincos de alegrías y abraza sus flores. Después las deja en el suelo y se lanza a darle las gracias a Simón en sus brazos.
Creo que todos los demás nos quedamos callados por tal escena; Simón había ganado esta jugada.

—Son preciosas. No te conozco muy bien, pero muchas gracias.

—Podemos conocernos. Nos resta mucho tiempo de vida, ¿Por qué no vamos a cenar? Imagínate tú y yo bajo la luz de la luna iluminando tu lindo cabello de oro. —Mi amiga se sonroja y a mí me da risa—Amaría que me dieras el honor de ver tus ojos azules decorando la hermosa velada.

—¿Siempre eres así de lindo con todas?

—Tú eres especial.

—¿Yo?

—No cualquiera carga la belleza y destreza como la que cargas tú. —Valentina se ríe ¿Tímida? Y Simón la admira con su mirada.

Pero todo se detiene al ver hacia otro punto, uno lejos de donde todos; Hermes.
Ahí está cruzado de brazos con una camisa blanca de manga larga y apretada como todo un galán.

—Creí haberles advertido que no los quería ver coqueteándole a ella.

—Solo somos amables. —Se defiende Agustín—Piérdete Hermes.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora