• CAPÍTULO 26 •

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Me miro al espejo detallando las curvas que me provoca el vestido negro entallado que resaltan mis bubis haciéndolas ver más grandes.
Es largo, me llega hasta el suelo y Ana junto con Sophia se encargaron de hacerme un peinado lindo, bueno, es lindo pero lo único que hicieron fue hacerme muchas ondas en el cabello para que se me viera más abultado.
Yo también les ayudé con sus peinados y se ven divinas, pero ya cada quien se ha ido a sus habilitaciones.

El cuerpo de Ruggero se posa detrás de mi, nuestras miradas se conectan por el reflejo del espejo y veo que me recorre de abajo hacia arriba, deteniéndose en mis bubis.

—Me encanta este vestido. Creo que ha sido la mejor inversión que has hecho.

—Sólo te gusta porque se me ven las bubis.

—Si, creo que si. —Su mano se posa en mi cintura y me provoca escalofríos su tacto—Tan preciosa. —Pero luego la quita y saca algo de su bolsa de su pantalón; un pequeño collar.

No pide permiso, sólo me lo pone y me alegro de que combine con mi vestido.
Besa mi cuello antes de quitarme las manos de encima y cierro los ojos para disfrutarlo.

—Hay que recibir a los invitados, ya están llegando todos.

—No quiero ver a mi padre.

—Tienes que, es mi suegro y es parte de la familia.

—No lo quiero ver.

—Lo vas a ver.

—No quiero.

—No seas necia, sí lo harás y espero que te portes bien, demuéstrale que tienes modales y que te pega un huevo lo que él opine. Demuéstrale que estás mucho mejor conmigo y que no quieres volver.

—Mmmh.

—Vámonos, princesa. —Me sujeta de la mano—Tienes que opacar a todo el mundo con tu belleza.

Salimos de la habitación, caminamos por los largos pasillos y mientras seguimos tomados de las manos me percato de que se ve muy atractivo.
Viste completamente de negro, sólo lo vi vestido así cuando me regaló mi auto y fuimos a su discoteca.
Me gusta verlo así, es muy guapo y elegante.


Una vez ya en la planta baja, Hermes fue el que se me acercó para darme un beso en la mejilla, claramente ignorando a Ruggero como si estuviera pintado.

—Papá ya viene para acá.

—No me interesa.

—Tienes que hablarle tarde o temprano.

—Tú tampoco le has hablado.

—Tenemos que hacer las pases.

—Que se joda Hades.

—Papá te adora, Karol. —Frunce el ceño—Además no deberías de estar enojada con él, ya has confesado que sientes...—Pasa saliva—Algo, por ese señor.

—Ese señor tiene nombre y los puede escuchar con claridad. —Lo ignoramos.

—Eso no justifica nada.

—Justifica más de lo que crees. Así que usa la puta parte del cerebro que aún te queda, porque creo que la mitad ya no lo tienes.

—Espera, ¿Me estas llamando estúpida?

—Tú sabes lo que pienso de ti en este momento. Seas mi hermana o no, ahora te me haces la persona más estúpida que puedo conocer.

—Qué lastima. —Contesto con cinismo—Tu opinión me la paso por el culo.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora