• CAPÍTULO 18 •

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Todos se van en sus coches, o se van acompañando a otras personas como en el caso de Liam que se llevó a Sophia o como Hermes que casi le rompe la mano a Dalton cuando quiso subir a Valentina a su coche y se la llevó con él.

Bueno, pues en mi caso vengo en el asiento de copiloto con Ruggero como conductor.
No sé si quiere probar la velocidad que tiene el Bugatti o de plano le da recio para quererme asombrar.

La ciudad es muy grande y pierdo a los chicos que venían detrás de nosotros.
Se supone que iríamos a uno de los antro de Pasquarelli, pero conozco la ciudad y sé que está saliendo de ella.

Acelera cada vez más y agradezco el tener el cinturón de seguridad puesto porque sino fuera él el que estuviera conduciendo, ya estaríamos muertos.

—Vas muy rápido.

—¿Le temes a la muerte, princesa?—Acelera más—Todos nos iremos al infierno, quieras o no.

—Le temo a los 19 millones que mandarás a la mierda si sigues jugando.

—El dinero me sobra como para comprarme mil de estos autos.

—Pero ya no hay en el mundo.

—Pues obligo a que me los construyan. Todo es posible en la vida si tienes poder, dinero y respeto. —Baja la velocidad cuando salimos de la ciudad haciendo que mi alma vuelva a mi cuerpo—Soy una persona muy importante, obtengo lo que quiero siempre que quiero.

—Como yo. —Frunzo el ceño—Sólo fui tu maldito capricho y como el niño me quiso, pues tronó los dedos para tenerme.

—Exacto. Como tú. —No se limita a mentir y me enojo aún más.

—¿Adónde mierda vamos? Ya has dejado la ciudad.

—¿Acaso no puedo tener privacidad con mi mujer?

—No soy tu mujer, no soy de tu propiedad y aunque viva en tu casa y me des regalos de lujo, yo jamás te consideraré nada para mi.

Mis palabras lo hicieron enojar pues detuvo el coche dejándome ver que estábamos en medio de la nada.

—Eres mi mujer, eres de mi propiedad y me perteneces.

—En tus sueños.

—Si, hasta en mis sueños apareces. —Me penetra con su mirada—Pero en mis sueños apareces amarrada a mi cama con las piernas bien abiertas a mi.

—¿Me estás provocando?

—Si. —Me maldigo a mis adentros cuando mis hormonas hablan por mi y me quito el cinturón tan de prisa para ponerme a horcajadas de él y atascarlo con mis besos.

Me recibe al instante, pasando sus manos por todo mi cuerpo con la manera posesiva con la que siempre lo hace.
Hace el asiento un poco para atrás para tener más espacio y jadeo contra su cuello cada que me roza con sus dedos.

Comienzo a moverme encima de su pantalón, notando que su miembro ha crecido mucho y que seguro le molesta así que ágilmente lo desabrocho hasta sacárselo y comenzar a masturbarlo.

—Mujer... deja ahí.

—Quiero.

—Aún no es tiempo.

—Dijiste que estabas dispuesto a darme todo lo que quiero. Pues yo quiero esto.

—No...—Gruñó fuerte cuando muy deprisa me hice a un lado las bragas e hice que se enterrara en mi—Joder... Te dije que aún no era tiempo, no me gusta que me desobedezcan.

—Yo no obedezco cuando de placer se trata.

Le sonrío con lujuria cuando empiezo a subir y bajar rápidamente apoyando mis manos en sus hombros.
Los gemidos llenan todo el Bugatti y no sé si eso me excita más o el sonido de nuestros cuerpos chocar.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora