Ruggero Pasquarelli
Despierto enojado por el dolor del cuerpo, la terrible resaca que me cargo y más con el maldito sol que entra por la maldita ventana.
Estoy apunto de ponerme de pie y maldigo a mis adentros porque todo me da vueltas. Pero algo me lo impide y es por la pierna de la mujer desnuda que hay en mi cama.
Los recuerdos de anoche se me vienen a la cabeza.
Alcohol, cigarros, drogas, luces rojas, mujeres desnudas, mi mujer conmigo disfrutando del baile erótico. Maldición, después de eso me he comprado la Suite presidencial. Si. La he comprado porque ella no quiere ir a mi casa y yo sinceramente no soporto a su madre. Así que este lugar será perfecto para nuestros encuentros de noche.Deslizo los dedos por el largo de sus piernas y me detengo en su trasero. Las cosquillas la despiertan y me sonríe cuando me ve.
Tiene las muñecas rojas por lo que hicimos anoche.
La he atado a la cama y le he hecho las infinidades de cosas que a mi se me apetecían.Todo esto es tan perfecto, ella es tan perfecta y me cuesta creer que es real y no un sueño.
—Buenos días. —beso su mano y siento como si la resaca se me hubiera ido en dos segundos.
—¿Qué hora es? Se supone que debo de ir a la universidad.
—Las dos de la tarde.
—Joder, creo que se me ha hecho un poco tarde —se echa a reír y me contagia la sonrisa—Espero que te la hayas pasado bien anoche.
—Fue estupendo.
—Los chicos se lucieron con tu regalo.
—Demasiado —la beso—Es hora de que me vaya.
—¿Por? Yo ya falté a la universidad, tú también puedes faltar hoy al trabajo.
—Me es imposible princesa.
—Pues tomaré mis cosas y yo también me voy.
—Tú te puedes quedar. Recuerda que esta habitación es de ambos y puedes venir cuando quieras —vuelvo a besarla—No me molestaría el tener que dormir aquí todas las noches si es contigo.
—¿Hablas en serio? ¿La compraste?
—Tiene servicio de limpieza y puedes encargar lo que quieras de desayunos, comidas o cenas. Recuerda que todo cae a mi cuenta y...—frunzo el ceño—Karol, ¿cómo te encuentras financieramente?
—Bien.
—Este es un hotel lujoso y el rentar un salón del restaurante no debió de haberte costado muy barato.
—Eres idéntico a tu madre —se echa a reír y quiere desviar el tema poniéndose de pie y también la ropa.
—Habla ahora Sevilla.
—Estoy bien. Tengo un sueldo por parte de mi hermano y me va bien, no es para tanto.
—Eso espero.
—Me meteré a la ducha e iré por los niños al preescolar. Espero que te vaya bien en el trabajo.
—Espera, que me meto a bañar contigo.
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Tú, Yo y El Mal
أدب الهواةDicen que todos tienen un hilo rojo conectado con otra persona. Bueno, pues yo creo que mi hilo es más bien de color negro. Todos sueñan con un romance de películas donde tu amado príncipe llega y se te declara su amor eterno como Romeo lo hizo con...