• CAPÍTULO 79 •

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Me encontraba en una lucha contra Ruggero a golpes. O bueno, más bien yo lo golpeaba, él simplemente trataba de esquivarme para tomar cualquier cuchillo porque estábamos como en un almacén del salón.
Lily no podía parar de llorar, ella se encargaba de la herida de Simón y en el segundo que los volteo a ver, me doy cuenta de que tiene dos heridas.

—¡Tranquilízate! —hago un movimiento que hace que quede encima de él a horcajadas y sujetando con fuerza sus dos muñecas arriba de su cabeza.
Fácilmente me pudo haber tumbado pero no lo hizo porque me incliné a besarlo—Tranquilo, piensa con la cabeza —vuelvo a besarlo, y por fin siento que reacciona con claridad.

—Princesa, por favor no intervengas en mis decisiones cuando de las niñas se trata —lo beso de nuevo—Por favor, ¿podrías dejarme hacer mi papel de padre?

—No. Porque tus decisiones de padre han herido a uno de los míos, y eso no lo puedo permitir.

—Ellos ya no son de tu bando.

—Es mi amigo. Podrías dispararle a Sophia, Agustín o incluso a Dalton pero a Simón no te lo puedo permitir.

—Es menor de edad, ¿sabes que Simón le lleva nueve o diez años? No recuerdo su edad.

—Tú también eres más grande que yo.

—Por cuatro años. ¡No por nueve!

—Okay, vamos a hacer esto —trato de que vuelva a la calma—Nos iremos de la fiesta, probablemente los invitados ya se hayan ido de aquí por los balazos que se escucharon, llevarás a las niñas contigo y dejarás que yo me encargue de Simón ¿vale?

—Tengo una mejor idea. Mejor me dejas tomar mi pistola, apuntarle a la cabeza y dispararle para que se muera. Después Lily quedará castigada por el resto de su vida.

—¿De verdad serás el tipo de padre que no deje tener novio a sus hijas?

—No Karol. Seré el tipo de padre que deje tener novios de su edad a sus hijas. No hombres que tienen la misma edad que yo. Joder Karol, es repugnante lo que hacen.

—Escucha.

—¿Qué?

—Escucha a tu hija llorar. Tú le estás causando ese llanto. Ahora dime, ¿cómo harás que se sienta bien después de lo que le hiciste a... Simón? —piensa, y sonrío a mis adentros porque sabe que tengo razón—Tendrás que comprarle muchos autos y propiedades en Vancouver si quieres que te perdone por matarlo.

Se queda callado, los llantos de Lily son más fuertes. Alguien patea la puerta para ver lo que pasa, es Dalton y Ana. Ambos corren a socorrer a Simón quien parece que Lily ya tiene todo bajo control.
Madison también entra, ve toda la escena y maldice a sus adentros porque probablemente ya lo sabía.
Agustín se queda en la puerta mirando todo. Deduce lo que acaba de pasar y se muerde el labio nervioso.

Lo miro, dándole a entender que sé su secreto con Madison y parece que lo capta enseguida, pues desvía la mirada y va por ayuda.

Ruggero por otro lado se queda mirando al techo, controlando sus ganas de matar a Simón y a Lily por haberlo engañado de tal forma.
Y tras varios minutos, habla.

—¡Madison y Lily Pasquarelli! ¡Nos vamos a la casa ya mismo!

Madison consuela a su hermana que ya no ayuda a Simón porque ya lo están ayudando los demás.
Parece que son heridas graves.

Me pongo de pie, no tarda nada en también pararse, tomar a las niñas y largarse de aquí.
Yo me quedo con los demás para ayudar.


Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora