• CAPÍTULO 93 •

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Ruggero Pasquarelli

»Te amo« »Te amo a ti y nada más a ti«
¿Era posible que unas simples palabras me hubieran dado tanta fortaleza después de ver el video que me volvió a romper el corazón?
Bien dijo mi madre alguna vez que el amor podía ser lo más peligroso del planeta porque sueles cometer las mayores locuras de tu vida.

Un día estaba tranquilo dirigiendo el mundo de la mafia, y al otro día estaba parado en el altar con un esmoquin que no había escogido yo sino mi gente, esperando a la mujer que más problemas me había traído a la vida, la única por la que me volví loco y la única por la que cumpliría el capricho de conseguir un castillo en menos de doce horas para casarnos.

Había pagado miles de dólares por una decoración digna para ella. No teníamos seguridad armada, no había gente de vigilancia a la espera de la policía que probablemente llegaría dentro de nada pero sí que había un padre, un juez, y un camarógrafo porque no me perdería el momento más feliz de mi vida retratado en fotografías.

—¡Que entre la novia!—exclamó el padre.

La habían maquillado y vestido en tan sólo veinte minutos pero juraba que al verla pasar por la puerta la había visto como la mujer más hermosa del planeta.

Su vestido, su velo, sus flores, su enorme corona y su sonrisa era todo lo que yo necesitaba para ser feliz.
No había canción de fondo porque no había pensado en eso, pero no hacía falta porque me sentía atrapado en una realidad donde sólo estábamos los dos.

Llegó a mi lado, diablos, ¿de verdad este momento estaba pasando?

—Así, pues, ya que queréis contraer santo matrimonio, unid vuestras manos, y manifestad vuestro consentimiento ante Dios y su Iglesia —su pequeña mano estaba temblorosa, ella también estaba nerviosa—. Esposa y Esposo, ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente?

—Si, hemos venido libre y voluntariamente —contestó ella, yo estaba embobado mirándola.

—¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?

—Toda la vida —susurré yo.

—¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

—No tendremos hijos —contestamos los dos. El padre no dijo nada respecto a eso.

—Unas palabras por favor.

Me puse alerta. Las patrullas de la policía suenan no muy lejos de nosotros, un comunicador que me conecta a Dalton me alerta que nos han encontrado muy fácil.

—Las palabras serán para después padre —le digo—. Apúrese.

—Ruggero Pasquarelli ¿quieres recibir a Karol Sevilla como esposa, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

El corazón se me aceleró.

—Si. Acepto.

—Karol Sevilla, ¿quieres recibir a Ruggero Pasquarelli como esposo, y prometes serle fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

La miré, ella me sonrió.

—Si. Acepto.

Las sirenas están cada vez más cerca.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora