• CAPÍTULO 51 •

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Tres meses después

La mujer lloraba aterrorizada cuando aquellos hombres entraron a su celda. Todos ahí lloraban pero los lamentos que más se escuchan en el sótano eran los de la mujer que estaba siendo abruptamente violada por esos sujetos.
La pobre mujer ya no tenía siquiera ropa puesta porque era diariamente las violaciones por parte de diferentes sujetos.
Uno la tomó de los brazos con fuerza, ella trataba de luchar como de costumbre pero lo hacía en vano porque siempre era golpeada hasta que caía inconsciente y la seguían follando así.
Los gritos dejaron de escucharse, esa era la señal de que ya había caído al piso inconsciente.

Eso era lo que veía todos los días. A todas las mujeres ahí las violaban y a los hombres les metían palos por el ano. Palos a veces con puntas filosas que los destrozaban. Y estoy cien por ciento segura que la mayoría de aquí ya no tiene testículos.

La mujer a mi lado grita a todo pulmón cuando le toca a ella y decido ya no mírala; hace ya dos meses que deje de hacerlo.
Esa pobre mujer que ya no cuenta con pezones porque se los han arrancado frente a mi.

El sujeto al que tengo a mi lado le llegan con un bote de ácido sulfúrico y prefiero tener perdida la vista en un punto fijo donde no miro a nadie.
Los gritos invaden todo el lugar de nuevo. Se escuchan los azotes con látigos de hierro como los que usan conmigo.
Bajo mi mirada a mis manos y observo las cicatrices que me han salido. Horrorosas cicatrices.

No tarda nada para que las puertas de mi celda se abran y el grandulón de apellido Cooper se asome.
Juro por mi puta vida que él está en mi lista de asesinar cuando salga. Se ha encargado de hacerme la vida espantosa porque muere por escucharme gritar.

Sonríe con malicia como todos los días pero noto que su ojo está morado y su labio ensangrentado así que supongo que ha de haber tenido alguna pelea allá afuera.

—Mi reina, ¿qué castigo quiere ahora?—lo fulmino—¿No hablas? Entonces adivinaré que quieres tu favorito.

Me toma de la raíz de mi cabello y arrima mi cara en el charco de su orina. Si. Justo como lo dije.
Volteo y miro otro punto para no ver como se saca su pene y me mea encima.
Su risa me llena de furia y lo único que quiero hacer es matarlo.

Lo intenté, hace mucho que lo intenté. Le había quitado la vara de hierro y le había dado un latigazo en la cara. Por eso su cicatriz a lo largo de su ojo y aunque no lo admita, sé que ya no ve bien gracias a mi.

Cooper me levanta, me suelta una cachetada y como si fuera un muñeco de trapo me cuelga de las cadenas desde las barras de arriba.
Pero me las deja un poco flojas, eso porque esparce vidrios en el piso y para no cortarme tengo que hacer mucha fuerza para no tocar nada.

Se sigue burlando de mi y con otra cadena me enrolla el cuello dejándome casi sin respiración.
No grito, no gesticulo dolor y no agacho la mirada porque aunque haya caído en lo más bajo, nadie conseguirá que Karol Sevilla admita que la han vencido.

Al contrario. Mientras este hombre le prende fuego al piso para que suba más los pies, yo sigo armando mi maldita venganza.

Todos. Todos y cada uno de los que me hacen daño los voy a matar.
A Cooper, Agustín, Dalton, Natalia, Joder Sophia y el maldito de Ruggero será mi postre.
Los mataré a cada uno. Pero antes tendrán que sufrir lo que yo he sufrido aquí abajo y ya después tendrán una muerte lenta y dolorosa.

¿Derek? Mi maldito traicionero.
He pensado seriamente en entregarme y darle los paraderos de todos los negocios de Ruggero.
Pero ya no se si fiarme del todo con él. Se que me quiere, su amor es sincero así como el mío hacia él pero el amor no hará que me quiten de encima todos los delitos que he cometido y mínimo iría unos treinta años a la cárcel. Mínimo.

Tú, Yo y El Mal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora