CAPÍTULO 5

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Isabel.

Hay algo en saber que un día importante se acerca en un abrir y cerrar de ojos que hace que mi estomago de un vuelco, y que mis nervios estén a flor de piel.

Esa sensación de que algo puede salir mal y que mis planes pueden tornarse cenizas ante miss ojos es suficiente para logar que quiera salir corriendo, pero si no enfrento ese miedo, entonces mis planes se van a ir con el susurro del viento. Es mejor saber que fallaste intentándolo, que saber que ni siquiera moviste un dedo por miedo.

Pero no tengo planeado salir de este salón sin ser la mejor calificación de la clase.

No cuando ver a mi familia por más de tres semanas depende de eso.

Obligo a mis nervios a dejar de esparcirse por mis venas como su fueran corrientes de ríos navegando libremente. Puedo hacer esto. Me he estado preparando para este momento por semanas. He pedido ayuda en temas que no comprendía del todo y he estudiado doblajes de películas famosas.

Suspiro, volteando hacia mi derecha cuando siento una repentina presión en mi hombro.

Vincent.

-Tienes esa calificación asegurada- me sonríe. Una forma de apoyo-. Vas a patearnos el trasero a todos.

Le devuelvo la sonrisa, agradeciéndole con mi mirada. Por como sus ojos cafés se ablandan, sé que sabe que sus palabras me han brindado un momento de paz. Vincent me da un último apretón antes de regresar a su banco.

El maestro Alexandre entra al salón y un silencio inhumano inunda el lugar. Sus ojos azules van a juego con su chaqueta del mismo color. Su piel oscura se ve más impresionante cuando sonríe. Mis ojos caen en el montón de hojas que están debajo de su brazo derecho. Aprieto el agarre en mi lápiz. La anticipación de saber que preguntas esperan ser contestadas comienza a hacerse presente en mi piel.

-Bonjour à tous- dice, dejando su maletín negro en la silla. Un "Bonjour" resuena en las paredes de la antigua universidad-. ¿Listos?

No.

-Ya saben las reglas: Tienen la hora de clase para contestar el examen; nada de copias, quien sea sorprendido será reprobado no solo del examen, sino también de la materia. Confíen en sus conocimientos, jóvenes.

El maestro Alexandre comienza a moverse entre las filas de bancos, entregando dos hojas grapadas. Mis manos queman, queriendo tener la prueba enfrente mío ya. Siento que todo lo que estudié desaparecerá de mi mente sino me entrega el examen en este momento, lo cual es ridículo, pero ahora, con los nervios recorriendo cada parte de mi cuerpo, la idea no suena tan descabellada.

Cuento los segundos hasta que una hoja con siete preguntas llega a mi banco.

-Bonne chance, Isabel.

Tomo mi lápiz, leyendo la primera pregunta antes de siquiera poner mi nombre-. La suerte no existe.

Lo escucho reírse débilmente antes de seguir con su tarea de repartir los exámenes.

Un alivio inmenso choca con mi cuerpo como las olas del mar chocan con la orilla de la playa al darme cuenta que no solo conozco estas preguntas, sino que también sé las respuestas. Una sonrisa llena de deleito aparece en mis labios.

Mi mano se mueve con destreza, escribiendo las palabras que forman las respuestas correctas. En menos de unos minutos, ya estoy en la segunda hoja. Un sentimiento de euforia estalla en mi pecho al descubrir nuevamente que las preguntas que estoy leyendo son conocidas. Le doy la vuelta a la página, encontrándome con un ejercicio de traducción. Debo de hacer el doblaje de ciertos diálogos de la serie "Friends" del inglés a francés.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora