CAPÍTULO 50

581 95 72
                                    

Jayden.

La traición es una mezcla de dos sentimientos: ira y tristeza. Es una emoción tan grande que hace que todo se desenfoque por lo que parecen horas, pero en realidad son segundos. Guardo todo el dolor que me desgarra el pecho porque si lo dejo salir ahora, significaría recibir a Adelaide, y curiosamente ella es a la última persona a la que quiero ver.

Volteo a ver a Ela, quien ve la puerta como si estuviera contaminada del material más radioactivo del planeta-. ¿Puedes encargarte de ella?- pido, tomando mi abrigo y mis llaves.

-Depende de la respuesta que me des- sus ojos caen en mí-. ¿A dónde planeas ir?

-Por Isabel- agarro mi celular para escribirle a Adam que me dirijo para allá. No iré con Isabel, iré por ella. A traerla de nuevo a mi lado, el lugar que le pertenece y le pertenecerá para siempre si así lo desea.

-Bien. Esa era la única respuesta correcta- me sonríe-. Si te ve, no te dejará irte.

-No me importa, mi prioridad es arreglar las cosas con Isabel.

Ela asiente con la cabeza-. Ve, yo la aguanto mientras llega Adam.

-No le reclamen nada, no aún. Quiero estar presente.

Abro la puerta, encontrándome con Adelaide. Sus ojos me ven con tristeza y eso solo hace que la traición en mi alma crezca más. Suavizo mi voz, poniendo una expresión de derrota falsa en mi cara-. A, debo ir a reunirme con Sam- miento-. ¿Podrías venir mañana? No sé cuanto me vaya a tardar y no me gustaría dejarte esperando.

-No hay problema- me abraza-. Puedo ir contigo- obligo a mis brazos a devolverle el abrazo. Me duele el saber que ahora debo de forzarme a hacer un gesto que antes venía con naturalidad.

-No, A- suspiro-. Necesito hacer esto solo. Debo ir a hablar con Sam para ponernos de acuerdo para dar una entrevista y decir que Isabel y yo no hemos salido, que todo es mentira- miento, sabiendo que es la única forma en la que me deje salir del edificio.

-Lo siento tanto, Jayden. Sé que realmente quieres a Isabel, jamás lo pensé de ella.

La parte de la traición que conlleva enojo despierta al escucharla. Me cuesta más de lo que alguna vez creí posible no apretar mi mandíbula o mostrar en mi cara lo furioso que estoy por su acto de ignorancia-. Ni yo.

-Solo quería ver que estuvieras bien- me mira a los ojos-. Mándame mensaje cuando regreses al apartamento. Te acompaño afuera.

Adelaide interpreta mi silencio en el elevador como una señal de tristeza, no de incomodidad. Siento mi cuerpo tensarse cuando me da un beso en la comisura de los labios antes de ingresar a la camioneta negra e irse.

Niego con la cabeza, no dejando que la verdad de todo caiga en mis hombros. Tengo algo más importante que hacer ahora.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora