CAPÍTULO 44

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Jayden.

Despertar con Isabel en mis brazos es una de las mejores sensaciones que he experimentado en mi vida. Sentir la calidez de su cuerpo contra el mío es algo a lo que podría acostumbrarme sin problema. Debo de admitir que me quedé viéndola descansar un par de minutos antes de irme a hacernos el desayuno. Bueno, la comida, considerando que era alrededor de la una de la tarde.

Tomo la mano de Isabel antes de darle un ligero apretón. Me sonríe con ternura antes de regresar sus ojos a la ciudad. Hago lo mismo mientras me concentro en manejar. Extrañaba Nueva York, extrañaba mi hogar y extrañaba a Isabel a mi lado. Justo ahora siento que puedo volver a respirar de nuevo con normalidad.

El agua que dejó la lluvia solo hizo que la temperatura disminuyera más, así que Isabel decidió ponerse no sé cuantos suertes debajo de su chaqueta antes de salir. La ciudad se ve tan mágica, o tal vez mis ojos la ven de esa forma después de estar lejos de ella por tanto tiempo.

Cuando Isabel me preguntó que si Caleb y Emma seguían en la ciudad, me sorprendí. Lo hice aún más cuando me dijo que quería ir a verlos, sus ojos eran una mezcla de nerviosismo y determinación mientras me decía que simplemente quería saludarlos y ver cómo estaban. Es por eso que justo ahora me estaciono en el hotel Lotte New York Palace, es por eso que ayudo a Isabel a bajar del carro y la dirijo a la Royal Suite a la que vine hace unos días a comer con ellos. Ya me sé el camino por eso y porque unos pisos más arriba está hospedada Adelaide. Sonrío al recordar la sorpresa que fue encontrarla en la fiesta. Me contó de los nuevos proyectos que tenía planeados para este nuevo año y me agradeció con una cena el haberla ayudado con la sesión de fotos en Italia aunque le dije que no era necesario. Cuando le conté que Isabel y yo estábamos en el proceso de iniciar una relación sus ojos se llenaron de tanta felicidad que cuando me abrazó, estuve más que agradecido de tenerla en mi vida.

Espero que vea mi mensaje para pasar a verla antes de que regrese a Italia mañana. Salimos del elevador y abro la única puerta del piso. Isabel mira todo con asombro y sé perfectamente que ella tiene la capacidad de llegar a ser de las personas que se hospedan aquí. No, ella será de las personas que frecuenten este tipo de lugares. Estoy seguro.

Isabel toma aire antes de entrar. La sigo, viendo como se comienza a quitar las cientos de prendas que se puso porque Caleb ajustó la calefacción como si estuviéramos a -100 grados. Comienzo a imitar su acción, pero yo solo me quito el saco y un suéter. Isabel se detiene cuando ve a Caleb caminando de un lado al otro en la primera sala de la Royal Suite. Si Caleb sigue caminando a esa velocidad, hará un agujero en el suelo de madera oscura que le constará miles de dólares. No me preocupo porque sé que puede pagarlo, y sería algo divertido de ver.

Me aclaro la garganta, avisándole de nuestra llegada. Sus pies parecen traicionarlo porque tropieza, pero logra recuperar su equilibrio antes de terminar en el suelo. Una carcajada sale de mi garganta al igual que de la de Isabel, quien se toma un momento para observarlo antes de sonreírle de esa forma que me vuelve loco y correr a su encuentro. Veo como Caleb no reacciona y tomo un paso hacia delante en caso de que él no la atrape. Sí lo hace. Isabel pasa sus brazos por su cuello mientras Caleb pasa los suyos por la cintura de mi lectora. Él la levanta y me mira con sorpresa.

Me encojo de hombros-. Te perdonó- muevo los labios para decirle, pero no emito sonido alguno.

Algo cambia en la mirada de mi amigo justo unos segundos antes de comenzar a dar vueltas con Isabel en brazos. La risa de ella es música para mis oídos.

-Yo también quiero abrazo- los molesta Adam, saliendo de la otra sala.

Ruedo los ojos-. Juro por Dios que estás en todas partes menos en tu maldito hotel.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora