CAPÍTULO 33

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Isabel.

Cuando Adelaide salió del cuarto, una sonrisa del tamaño del sol adornaba su cara. No había ningún rastro de la chica que me recibió en el cuarto y fue entonces que decidí dejar de darle el beneficio de la duda. No confío en ella, su amenaza sigue fresca en mi mente, pero lo que dije fue verdad: no planeo dejar que me arruine. No hoy, no en cien años. Ahora entiendo la preocupación y el fastidio de Ela cada vez que Adelaide está cerca, lo entiendo porque ahora yo también me tenso cada vez que sus ojos caen en Jayden o cada vez que logra manipularlo para que se aleje de nosotros. La obsesión nunca es buena y nunca termina bien.

Estos últimos días han sido una mezcla de emociones que aún no puedo controlar del todo. Entre estar nerviosa por los resultados del examen, reconocer mis sentimientos por Jayden y estar con la guardia arriba cada vez que cierta persona entraba al cuarto, las horas se fusionaron hasta formar días.

Espero paciente en el cuarto donde estuve la mayoría del semestre traduciendo el guion. Mis manos descansan firmemente sobre la mesa, contando los minutos para poder dar por terminado mi día de estudiante y poder ir a descansar. Una de las pocas cosas que no me gustan del frío es como me quitan las ganas de hacer cosas y lo único que se me apetece es estar acostada o dormida. Que es exactamente lo que he estado haciendo al llegar al apartamento de Jayden.

El sonido de la puerta abriéndose es lo que necesito para salir de mis pensamientos y posar mis ojos en el maestro Alexandre, quien me mira orgulloso mientras camino hacia mí con unos papeles en mano. Me pongo de pie para estrechar su mano antes de volver a tomar asiento.

-Debo de decir que estoy orgulloso- pone ambas manos en la mesa.

-Muchas gracias, maestro- le regalo una sonrisa sin ser capaz de retenerla al escuchar sus palabras.

-Están contentos con el guion- comienza a pasarme las hojas del contrato-. Estoy seguro de que no pasará mucho antes de que te contacten de nuevo. Una vez más: Felicidades.

Orgullo estalla en mi pecho, uno tan cálido y acogedor que debo de reprimir las lagrimas. El simple hecho de pensar que mi nombre va a estar en los créditos de una película hace que mi mundo comience a dar vueltas. Es verdad que muchas personas se van a ir de la sala de cine para cuando mi nombre aparezca, pero yo sé que estará ahí, sé que no será la última vez.

El maestro Alexandre prosigue a explicarme la razón del contrato, procede a explicarme con cautela los puntos importantes y me repite varias veces que no tengo permitido hablar de la película en medios ni con otras personas. Cosa a la que accedo fácilmente. No quisiera arruinarle la trama a alguien que espera con emoción el estreno. Después de leer las páginas, tomo la pluma y firmo.

Siendo felicitada una vez más, salgo de la universidad.

Venir a mi apartamento en vez de al de Jayden era un cambio para el cual no estaba preparada, pero después de que él sugirió la idea, no me pareció tan mala

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Venir a mi apartamento en vez de al de Jayden era un cambio para el cual no estaba preparada, pero después de que él sugirió la idea, no me pareció tan mala. Considerando que nunca ha entrado al edificio, acepté su oferta de cocinar algo en mi pequeña cocina.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora