CAPÍTULO 53

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Isabel.

Cinco meses después.

Jayden toma mi mano cuando se da cuenta que estoy temblando. Tuve que decirle a mi familia lo que realmente había pasado con Alan, y aunque se enojaron a un grado que nunca había visto, me apoyaron en cada paso de la demanda.

Luisa, la otra chica dispuesta a demandar, está sentada unos cuantos asientos adelante, siendo acompañada por su actual pareja, quien te tira dagas a Alan con la mirada.

Adam y Caleb están unas filas más atrás, escondidos entre las personas presentes en la corte. Les dije que no era necesario que vinieran, pero me ignoraron dulcemente y llegaron ayer por la noche a México. Caleb pausó la película que estaba grabando para poder venir. Dios, estoy tan agradecida por tenerlos en mi vida.

Con cada minuto que pasa, mi incertidumbre crece, haciendo que quiere vomitar.

-Tranquila, Lectora- Jayden susurra en mi oído-. No descansaré hasta que esté tras las rejas.

- ¿Así cómo lo hiciste con Adelaide?- pregunto, imitando su tono de voz.

-Exactamente- besa mi frente.

Orgullo explota en mi pecho al no ver ese rastro de culpa que manchaba sus ojos verdes cuando mencionaba su nombre. Dos días después de que yo le sugiriera ir a terapia para tratar ese sentimiento que nació cuando condenaron a Adelaide a treinta años en prisión, él regresó a casa a decirme que ya había sacado cita.

Ha sido un duro camino para él, puedo sentirlo, tener que ver a su amiga tras las rejas y haber destruido su carrera de esa manera era algo que lo iba a destruir lentamente, eso y el trauma de lo que pasó.

Mostrar el mensaje que me mandó antes de que bloqueara su numero ayudó a que no saliera libre. Los testimonios de Ela y Adam de lo ocurrido también fueron de ayuda. Ese día Jayden no habló con nadie, se encerró en su cuarto y todos le dimos el espacio que necesitaba.

Ahora es el turno de mi agresor de recibir su condena. Trago duro cuando el juez regresa, papeles en mano y una mirada indescifrable en sus ojos.

-Alan Rodríguez- llama el juez de ojos cafés-. Se le declara culpable de los cargos de extorsión, violencia, abuso, robo a propiedad y lavado de dinero. Es condenado a sesenta años de prisión sin posibilidad de libertad condicional. Se levanta el caso.

Escucho las palabras una y otra vez mientras Jayden me toma entre sus brazos y me abraza con fuerza. Lágrimas bajan por mis mejillas, aliviando el miedo que sentía. Alan estará en prisión, no podrá dañar a nadie más. Cierro los ojos, escondiendo mi cara en el pecho de Jayden.

En mi imaginación, Isabel de quince años años me mira con orgullo y con alivio, pues se hizo justicia.

En mi imaginación, a la Isabel de dieciséis que se le prohibió vestir como quería me mira con orgullo y con alivio, pues se hizo justicia.

En mi imaginación, la Isabel de dieciséis años que debía de maquillarse los moretones para que nadie notara lo que pasaba me mira con orgullo y alivio, pues se hizo justicia.

En mi imaginación, la Isabel de diecisiete años que salió corriendo de una casa fría hace años con sangre bañando su ropa me mira con orgullo y alivio, pues se hizo justicia.

Yo me siento orgullosa porque aunque tuve miedo, me senté en esa silla al lado del juez justo enfrente de todos y conté mi historia. Yo me siento orgullosa porque rompí mi silencio, alcé mi voz y ahora hay un agresor menos en las calles.

Mi familia me abraza con lágrimas en sus ojos, sintiendo lo mismo que yo. Adam y Caleb me rodean con sus brazos mientras sigo llorando.

Cuando salimos del edificio, el sol se siente como besos en mi piel, pues se hizo justicia.

Justicia, pienso, tomando la mano de Jayden.

Tardó en llegar, pero lo hizo y ahora el mundo parece más brillante.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora