CAPÍTULO 37

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¡Advertencia! Contenido +18 (más fuerte que el del cap pasado)

Jayden.

Pestañes y las horas se convierten en días. Parece que fue ayer cuando llegamos a la playa, pero en realidad han pasado más de tres días. La familia de Isabel se fue hoy en la mañana. Fuimos al aeropuerto a despedirlos antes de regresar al hotel. Mañana Isabel y yo nos iremos también, pero ella al no saber que su familia estaría en Puerto Vallarta en vez de en Nuevo León, no compró boletos, así que la opción de irse con ellos quedó descartada mucho antes de que se pudiera considerar. Adoré a su familia, fueron mucho más cálidos al recibirme de lo que pensé y el hecho de que dejaron completamente de lado mi carrera y me trataron como cualquier otra persona solo ayudó a que me sintiera más cómodo en su compañía. Ver llorar a los niños al momento de partir hizo que mis ánimos decayeran un poco, pero después de prometerles que los volvería a ver, se fueron un poco más calmados. Todavía no sé cómo mierda voy a cumplir esa promesa, pero lo haré.

Aún así, debo de admitir que una de las razones por las cuales vamos a esperar un día más antes de dejar a Isabel en su casa es que quiero un día con ella solo. El hecho de que Issac nos haya aconsejado salir después para poder tener todo listo solo me ayudó a cumplir mi deseo.

Sonrío mientras veo a Isabel mirar con emoción hacia el mar. Me ajusto los lentes, no porque no quiera que me reconozcan, sino porque el sol me estaba impidiendo manejar el pequeño Jate que renté hace horas. La sorpresa en los ojos cafés de Isabel al ver que tenía planeado para nosotros hoy fue una de las cosas más tiernas que he visto en mi jodida vida.

Cuando considero que estamos lo suficientemente alejados de todos, hago lo necesario para que el Jate se quede en su lugar y camino hasta ella para rodearla con mis brazos. Su piel se siente tibia por el sol, pero no quería pararse de los sillones que están a la orilla del Jate.

-A veces olvido que eres millonario- dice sin voltearse.

Río contra su cabello antes de depositar un rápido beso-. ¿Qué quieres hacer?

-Sigo sin creer que hayas rentado esto- me ignora-. Debió de costarte una fortuna, pero una vez más: Eres millonario.

-Lectora- la tomo de los hombros para girarla-. Si te sientes incomoda de algún modo, dime y regresamos al hotel.

Ella niega con la cabeza-. No- vuelve a mirar hacia el mar-. Es solo que... ¿cómo se supone que te regale algo que te sorprenda si tú puedes rentar esto?- suspira.

Tomo su barbilla para hacerla que me mire a los ojos-. Isabel- digo su nombre para que sepa que lo que saldrá de mi boca a continuación es verdad, que hablo con seriedad-. No tienes que darme nada a cambio. Lo hice para sacarte un poco de la rutina y porque quería estar contigo sin tener que estar tomando precauciones de quien pudiera vernos juntos- veo que planea hablar de nuevo, pero aún no termino-. Eres una de las mejores cosas que me han pasado jamás. ¿Quieres darme algo que me sorprenda y me llene de felicidad?- ella asiente con la cabeza-. Quédate en mi vida, con eso me basta- la beso, probando sus labios. No creo que me vaya a cansar nunca de cómo sus labios se mueven contra los míos, de la suavidad y la timidez con la que siempre comienza solo para ser ella la que profundiza el beso-. Y también si puedes hacerme ese machacado con huevo de nuevo, no me quejaría en lo absoluto.

Eso la hace reír y al fin el pequeño gesto de preocupación deja su rostro, permitiéndome respirar con normalidad de nuevo-. Vi que hay un pequeño Jacuzzi en el segundo piso- dice, tomando mi mano-. Me preguntaste que quería hacer, podemos comenzar por ese lugar.

Dejo que me guíe por las escaleras que están en la parte trasera justo al lado de una barra para preparar bebidas. Una vez arriba, yo voy directo al agua. Decidir dejar el hotel con el traje de baño puesto un cambio de ropa en la mochila fue una gran decisión porque eso me permite ver como Isabel se desprende de su short blanco y su blusa del mismo color bordada con flores rojas. Trago duro, obligando a mi cuerpo a mantenerse neutro mientras veo como ella queda en traje de baño. La sonrisa que me dedica, mierda, es como si supiera qué demonios está pasando por mi mente, como si supiera qué uso le quiero dar a la cama que está dos pisos abajo.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora