CAPÍTULO 51

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Jayden.

Ambas cortadas no eran graves, el problema es que eran profundas.

Cinco puntos en la herida del brazo, tres en la del torso.

Isabel se rehusó a dejar mi lado por más que le dije que estaba bien. Cada vez que la aguja tocaba mi piel, su cara se palidecía más y más hasta que parecía que se iba a desmayar en cualquier momento.

El universo creyó que jugarme una mala pasada sería algo divertido, pues Adelaide más de una vez me dijo que odiaba imaginarme en un hospital y ella es la razón por la cual regresé. Al volver a mi apartamento después de ciertas horas, el desastre que dejamos en mi cuarto estaba recogido. Si no fuera por el ligero dolor en mi brazo, pensaría que todo fue un producto de mi imaginación. Parece que hay una pared entre la realidad y lo ocurrido. No se siente verdad, es como si mi cuerpo se negara a aceptar que el dolor en mi abdomen fue causado por Adelaide.

El desgaste físico es mucho, pero, ¿el mental? Dios, siento que puedo dormir por días y aún así no terminaré de comprender todo con claridad. Mi mente parece estar llena de humo. Nadie te advierte de esta parte, nadie te prepara para ella. Suspiro, sintiendo a Ela y a Isabel siguiendo cada uno de mis pasos con sus ojos.

-Tomaré un baño- les informo, amándolas a ambas por su preocupación, pero necesitando estar solo unos momentos.

Veo por el rabillo del ojo como ellas intercambian una mirada antes de cerrar la puerta del baño. Todavía tengo las bolsas especiales que me ayudaban a cubrir mis heridas de mi accidente cuando me bañaba. Una risa llena de amargura sale de mi garganta cuando las termino de acomodar. Pensé que no volvería a usarlas nunca, pero aquí estoy, sintiendo su textura contra mi piel de nuevo, protegiendo las vendas del agua.

¿Fue mi culpa?

¿De alguna forma yo causé esto?

Repaso cada una de mis interacciones con Adelaide, buscando alguna palabra, una acción que la haya hecho enojar, que la haya hecho pensar que hacerme esto estaba bien. Recargo mi cabeza sobre la pared, sintiendo el frío besar mi piel.

Paso tanto tiempo en la regadera que dejo de sentir el agua caliente acariciar mi cuerpo. Pasa aún más tiempo antes de que la dulce voz de Isabel se una al sonido de agua chocando contra el suelo-. ¿Jayden?

Abro mi boca para hablar, pero ningún sonido sale. Parece que el humo en mi mente se extendió hasta mi boca.

Intentó dañarla.

Adelaide intentó dañar a Isabel.

El reconocimiento en la mirada de mi Lectora cuando Adelaide volteó a verla fue tan claro que estoy seguro de que en vez de ver a mi supuesta amiga vio al hijo de perra de Alan. Por unos segundos ella no estaba aquí, estaba en la casa de Alan, despidiéndose de él antes de sentir el cuchillo cortar su piel.

Cierro los ojos, bloqueando los recuerdos y sintiendo asco de todas las veces que Adelaide e Isabel llegaron a convivir, a interactuar.

-Voy a pasar, ¿está bien?- su voz sale cuidadosa, como si estuviera tocando espinas.

Asiento con la cabeza antes de darme cuenta que no me ve-. Sí- decir esa palabra me agota más de lo que debería.

Siento su mano tocar mi hombro, sorprendiéndome. Me dijo que iba a pasar, obviamente se refería a entrar aquí conmigo. Volteo mi cuerpo para poder verla mejor. Sus ojos caen en mis heridas, pero aunque trate de mantener la preocupación fuera de su cara, no es buena ocultado lo que piensa.

-Está bien- respondo, no sabiendo si esas palabras van dirigidas a ella o a mí mismo.

-No- toma un paso en mi dirección, su cabello comienza ser mojado por el agua-. No, no está bien y tienes permitido sentirte cómo lo estás haciendo. Lo que no te permitiré que pienses es que fue tu culpa- posa su mano en mi mejilla-. Nunca, no, escúchame, Jayden- dice con firmeza cuando trato de alejarme-. Nunca, jamás va a ser tu culpa. Nunca es culpa de la victima.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora