Capítulo 8

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Jayden.

Ser adultos y ser profesionales no le quita lo incomodo a la situación. Isabel se excusó diciendo que trabajaba mejor con música antes de ponerse sus audífonos y comenzar a traducir. Por el rabillo del ojo noto como su atención cae en mí por unos segundos antes de volver a su computadora. Solo una vez me ha pedido ayuda para una palabra y le expliqué lo mejor que pude en menos de cinco segundos como había sido la escena en la que apareció. Después de un "gracias" no me ha vuelto a dirigir la palabra. Estoy seguro que eso fue hace más de una hora.

Me concentro en tratar de terminar los ejercicios que tengo pendientes de español, si no los hago, no quiero ni imaginarme lo que la maestra Fernanda me dirá. Una vez de haber fallado con la tarea y ver su cara de desaprobación fue suficiente. Maldigo internamente cuando me doy cuenta que no me traje el diccionario.

Ni modo.

Tendré que terminar después.

Saco mi celular de mi bolsillo para revisar la hora. Un suspiro de alivio sale de mis labios al darme cuenta que quedan diez minutos antes de que esta sesión termine. Isabel debe de percatarse de los mismo porque apaga su computadora antes de guardarla.

-Bueno- dice, después de un silencio incomodo-. ¿Nos...nos vemos?

No me muevo de mi lugar, dejo que ella termine de guardar sus cosas-. Sí- respondo, abro la boca para decir algo más, pero me encuentro con la realización de que las palabras mueren en mi boca-. Con cuidado.

Isabel asiente con la cabeza-. Igual.

Regreso mi atención a la hoja de ejercicios que ya decidí que haría después, pero que es mi único escape para evitar la creciente incomodidad en el aire. No despego mis ojos de las frases hasta que escucho la puerta cerrarse, confirmándome que estoy solo de nuevo.

-Mierda- susurro.

-Ella- digo, buscándola por el apartamento-

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-Ella- digo, buscándola por el apartamento-. Ella.

- ¡Jayden, dijiste que ibas a contarme como te fue!- se queja Adelaide.

Para cuando salí de la universidad, Adelaide ya estaba ahí, esperándome con una enorme sonrisa en su rostro. No mentí cuando le dije que estaba cansado y que prefería contarle todo en la comodidad de nuestra sala. Su única respuesta fue comenzar a jugar con mi cabello hasta que me quedé dormido durante todo el viaje a casa.

-Lo sé, A, pero necesito hablar con Ella.

- ¿Por qué? -pregunta, me sorprendo al escuchar la frustración en su voz. Me quedo quieto antes de voltear a verla-.A, solo dame dos minutos.

-Estuve esperándote toda la mañana- suspira.

Estoy por hablar, pero fuertes pasos me detienen.

- ¿Dónde mierda estabas?- dice Ella, poniéndose en mi campo de visión.

Frunzo el ceño, confundido-. En la universidad.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora