CAPÍTULO 40

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Jayden.

Isabel se despertó en la madrugada llorando. Una pesadilla. No necesitó explicarme más, por como su mano se dirigió a su pequeña cicatriz en su cuello supe perfectamente de qué trataban sus sueños. Esa es la razón por la cual he estado al pendiente del celular desde que ella se volvió a quedar dormida entre mis brazos. No mentí cuando le dije a Sam que quería a Alan en la cárcel lo antes posible. Isabel es la razón principal, sí, pero también lo son todas esas mujeres que tuvieron la desgracia de toparse con él. De todas ellas que viven con miedo de encontrárselo en las calles, que tuvieron una historia igual o similar a la de Isabel. Con lo que hizo en el centro comercial demostró que no es alguien que pueda estar en la sociedad. Es un peligro para esta y para las personas en ella.

-No sabía que ser modelo era una de tus habilidades- la dulce voz de Isabel hace que despegue los ojos de mi celular. Duda entra en mi cuerpo mientras ella se acerca hasta sentarse en la cama.

-Lo es- bromeo-. ¿Pero a qué te refieres exactamente?

Ella solo me dedica una sonrisa antes de dejarme ver lo que está en la pantalla de su celular: Las fotos que me tomé con Adelaide en Italia. Me sorprende que las hayan tenido listas tan rápido y más aún que ya estén en la portada de alguna revista.

-Salieron mejor de lo que pensé- confieso, viendo como Adelaide pasa sus brazos por mis hombros desnudos mientras yo estaba sentado en una silla.

-Ya podemos agregar modelo a tu lista de cosas que sabes hacer.

-Esa categoría siempre ha estado, lectora- le guiño un ojo, regresándole el celular para que pueda seguir viendo las fotos.

-Presumido.

-Un poco- me acerco más hacia ella.

-Recuerdo que dijiste que no te encantaba modelar.

-Me gusta, pero no es algo que hago seguido. Antes de esa sesión de fotos con Adelaide no había modelado desde hace dos años.

- ¿Y qué te hizo aceptar volver a hacerlo?- curiosidad baila en sus ojos cafés. Realmente quiere saber.

-Sabes que adoro a Adelaide. Sé que puede ser un poco difícil a veces, pero la aprecio demasiado. Necesitaba mi ayuda, no pude decirle que no. No cuando ella me ha apoyado desde siempre. Con todo lo que ha hecho por mí, pararme enfrente de unas cámaras y poner cara de enojado no me parecía un trabajo horrible.

Ella solo asiente con la cabeza, escondiendo su cara entre su cabello para seguir viendo las fotos. No pasan ni dos segundos cuando suelta el celular como si éste tuviera un virus que podría matarla al instante y rubor comienza a aparecer con mucha potencia en sus mejillas. Levanto una ceja, confundido por su reacción antes de tomar el aparato entre mis manos. La foto con la que me encuentro es una mía donde me encuentro parado y estoy sosteniendo un sombrero entre mis piernas, cubriéndome. Solo un sombrero. Nada más.

Una carcajada sale de mis labios-. ¿De verdad?- volteo a verla. Sus ojos cafés ahora están viendo su celular.

-No pensé que me iba a encontrar con esa foto, es todo.

-No es nada que no hayas visto antes- la molesto, sabiendo que eso hará que se sonroje más.

-Cállate- dice entre dientes, tomando su celular antes de tomar una captura de pantalla-. ¿Qué?- pregunta, sonriendo-. Será mi nuevo fondo de pantalla.

-Un muy buen fondo de pantalla si me preguntas- le doy un beso en la frente-. ¿Lista para irnos?

- ¿Seguro que quieres ir?

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora