CAPÍTULO 14

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Isabel.

Me miro a mí misma en el espejo una última vez antes de tomar mi bolsa y salir del apartamento. Cuando Ella me marcó esta tarde para pedirme que la acompañara a una cena con Jayden y Adelaide, no importó cuantas veces me negué, terminó convenciéndome. Lo que trajo mi segundo problema: No tenía nada que ponerme. Unos cuantos vestidos, sí, pero nada de la magnitud de elegancia que me describía Ella. Así que cuando se lo mencioné, su solución fue ir a comprarme algo y después traerlo hasta mi puerta sin siquiera avisarme.

Espero pacientemente el elevador mientras saco mi celular para revisar si Ella me ha mandado mensajes, pero a pesar del que me mandó hace dos minutos diciendo que ya habían llegado, no he recibido ningún otro. Las puertas de metal se abren, dejándome entrar y comenzar el descenso hacia la primera planta. El sonido de mis tacones tocando el mármol resuenan por todo el lugar, causando que ciertas personas volteen en mi dirección. Siento mis mejillas sonrojarse, pero elevo un poco la barbilla antes de salir del edificio dónde ese carro rojo que se ha vuelto familiar de cierta forma espera pacientemente.

Una brisa fresca abraza mi cuerpo, provocando que me cubra más con el abrigo negro antes de abrir la puerta trasera. Un sonido de sorpresa sale de mis labios al encontrarme a una sonriente Ella mirándome a los ojos.

-Hola- saluda.

- ¿Hola?-la miro.

-Vas a irte adelante- me informa, comenzando a cerrar la puerta, pero mi mano lo impide.

- ¿Qué?- pregunto.

-Así es- repite-. Te irás adelante. Apresúrate si no quieres que más nieve arruine tu peinado.

Termina de cerrar la puerta. No lo dudo dos veces antes de moverme, rodear el coche, abrir la puerta y sentarme al lado de Jayden.

-Hola de nuevo- me recibe con una sonrisa que llega hasta sus ojos, haciéndolos brillar.

Me tomo unos segundos para verlo rápidamente. Su cabello va peinado cuidadosamente, lo cual es una lastima, considerando que no podré peinarlo yo misma esta velada. Su traje negro le queda a la perfección y en su muñeca un reloj de plata le da el toque final.

-Nada mal- le devuelvo la sonrisa.

-Me gustaría decir lo mismo, pero lo único que puedo ver es ese abrigo que es del doble de tu tamaño- bromea, guiñándome un ojo.

Estoy por responder con la perfecta frase para callarlo, pero alguien se aclara la garganta en el asiento trasero de una forma muy fuerte para ser natural.

-Cierto- murmura Jayden-. Isabel, déjame presentarte a una muy buena amiga: Adelaide.

Me volteo en mi asiento para poder verla mejor. Es hermosa, Ella claramente no le hizo justicia con sus descripciones-. Mucho gusto- extiendo mi mano-. Isabel Trejo.

Sus labios se curvan hacia arriba mientras toma mi mano-. Adelaide, una de las mejores amigas de Jayden. El gusto es mío.

Por el rabillo del ojo puedo ver la cara de fastidio de Ella y sé que le está costando mucho de su autocontrol permanecer callada en estos momentos. Le sonrío con gentileza antes de acomodarme nuevamente.

- ¿A qué debo el honor?- pregunto, poniéndome el cinturón.

-Ambas querían ir adelante- explica Jayden, comenzando a manejar-. Para evitar que estuvieran a punto de matarse tan temprano decidimos que era mejor que ninguna tuviera el gran honor de sentarse a mi lado.

-No te creas la gran cosa, Jones- suelta Ella con humor.

-Jayden es la gran cosa- contradice Adelaide.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora