CAPÍTULO 9

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Isabel.

Cuando Jayden llega la mañana del jueves a trabajar, no puedo evitar observar su buen humor mientras entra por la puerta sosteniendo su celular contra su oreja.

-Buenos días- me saluda, tomando su asiento del martes.

-Buenos días- respondo, evitando la sonrisa que se está formando en mis labios.

¿Es que acaso ya pudo hablar con Ella acerca de lo que pasó entre ellos?

-Ya te escuché- dice, negando con la cabeza-. Sí, estaré puntual, ya te lo dije.

Aún escuchando cada palabra que sale de su boca, saco mi computadora y la prendo, fingiendo estar sumamente interesada en la pantalla apagada.

Jayden ríe, el sonido inunda el lugar como un rayo de sol inunda un lugar lleno de oscuridad. Sigo fingiendo estar ocupada prendiendo mi computadora. Sabía que Ella y él no podían estar enojados para siempre, lo sabía. Solo una persona es capaz de hacer que Jayden ría con tanta naturalidad, con tanto cariño y esa es Ella, su mejor amiga, esa que lo apoya y que...

¿Acaba de decir el nombre de Adelaide?

Mi atención está en él en menos de un segundo y pestañeo varias veces como si eso me fuera a ayudar a escuchar mejor. Estoy segura de escuché mal.

-Muchas gracias, A- se quita su mochila para dejarla en el suelo antes de proceder a quitarse su abrigo, el cual le toma más tiempo de lo normal sacárselo de su cuerpo-. Sí, eres la mejor- su sonrisa se ensancha, pero la mía decae-. Ya te dije que sí, Adelaide, estaré puntual. Esta vez dile a Ella, por favor- cuando voltea su cabeza para verme, yo regreso mi atención a mi computadora-. Sé que no fue tu intención, A, solo recuerda decirle esta vez, ¿de acuerdo?- él asiente con la cabeza, satisfecho-. Nos vemos en la noche. Cuídate- ríe de nuevo, como si Adelaide le hubiera contado la cosa más graciosa del mundo-. Te quiero, con cuidado. Olvidé que eras un maldito dolor de cabeza, amiga mía. Adiós.

Deja su celular en la mesa al mismo tiempo que toma asiento-. Hola- dice, tímidamente después de unos segundos.

-Hola- fuerzo una sonrisa en mi cara.

Jayden deposita su mirada en sus manos y comienza a observarlas como si fuera la primera vez que las hubiera visto. Ruedo los ojos, repentinamente fastidiada.

-Si ocupas ayuda, dime- me asiente con la cabeza antes de sacar sus audífonos-. ¿Está bien si escucho música mientras trabajo?

Su pregunta me toma por sorpresa. Sus ojos verdes me miran atentamente, esperando mi respuesta. Abro la boca para hablar, pero la cierro nuevamente.

-Claro- digo, al fin-. Adelante.

-Gracias.

Se apresura a bloquear al resto del mundo con música justo cuando una notificación aparece en mi celular. La leo rápidamente y quiero golpearme en la cabeza por haber olvidado ir de compras ayer-. Mierda.

- ¿Pasa algo?- pregunta, terminando de sacar unos papeles.

-No... sí. Olvidé ir a comprar la despensa.

Sus cejas se juntan y sus manos comienzan a trazar cirulos en la mesa. Espero pacientemente a que diga lo que sea que quiere decir, pero cuando pasa casi un minuto de silencio, decido que es momento de ponerme a trabajar yo también.

-Si gustas puedes decirme que necesitas comprar- suelta, haciendo que lo mire completamente-. Tengo que ir yo también a comprar unas cosas porque una amiga hará una cena especial hoy. Si gustas puedo ir yo y te ahorro la vuelta.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora