¿Y si leemos juntos?

CAPÍTULO 20

Isabel.

No fui consiente de lo que hice hasta que llegamos al centro de la pista y los tres me miran con una mezcla de diversión y confusión en sus rostros. No importa cuantas veces haya ido a distintas fiestas o a clubs a lo largo de los meses, la energía, nunca, jamás, se va a comparar con la que encuentras en Latinoamérica.

La forma de bailar, de cómo se disfruta la música, la compañía, no es la misma. Y si estoy siendo honesta conmigo misma, extraño México. Extraño mi casa, mi país, y cada pequeño fragmento que pueda obtener que me haga recordar cómo es estar en casa, lo recibo con brazos abiertos.

Otra canción totalmente diferente comienza a sonar, haciendo que una sonrisa se apodere de mi cara. Llevaba años sin escuchar esa canción, sin embargo, en el momento en el que las palabras se empiezan a escuchar, mi boca las está cantando a la perfección, cómo si hubiera estado escuchando esta canción cada día desde que tengo siete años. Me sorprendo al darme cuenta que no soy la única haciendo esto; en el lugar, varias voces comienzan a cantar con más fuerza de lo que soy capaz de describir, provocando que un sentimiento cálido se instale en mi pecho.

Me dejo llevar por el ritmo de la música, dejando que mi cuerpo se mueva mientras mis manos se dirigen a mi cabello para levantarlo un poco mientras hago hacia atrás mi cabeza. Mi sonrisa se agranda cuando veo a más personas hacer pasos similares a los míos. Dirijo mi mirada a las personas que vinieron conmigo.

Ella y Adam están mirando alrededor, tratando de entender que está pasando y como una simple canción tiene a cientos de personas bailando. Pero lo que hace que me quede quieta en mi lugar es Jayden, quien me mira de una forma que hace que la respiración se atore en mi pecho. Sus verdes ojos resaltan con su antifaz negro, resaltándolos y haciendo que quiera pintarlos, o bueno, tratar de pintarlos; soy pésima en cuanto a pinceles y pintura se trata.

Él me sonríe antes de ver a todos a nuestro alrededor y comenzar a caminar hacia mí-. No sé que demonios está pasando, pero me gusta- dice contra mi oído, haciéndome reír.

-Tenemos que despertar lo latino en ti- respondo, haciéndome para atrás para poder mirarlo a los ojos.

Jayden vuelve a acercarse, y puedo sentir su respiración contra mi piel-. Pensé que despertar lo latino en mí era aprender los modismos mexicanos.

Niego con la cabeza, acercándome a su oreja-. Eso es despertar lo mexicano en ti. Esta canción- hago énfasis poniendo mi dedo en su pecho-, la conoce toda américa latina.

Me separo de él de nuevo, pero esta vez, me concentro en seguir bailando. Dejo que la música se inyecte en mis venas y que el ritmo tome el dominio de mi cuerpo, comenzando a bailar de nuevo. Cierro los ojos por unos segundos y en cada uno de ellos siento la mirada de Jayden en mí, pero cuando los abro de nuevo él está mirando con diversión a Ella, quien intenta seguir el ritmo de la canción.

Suelto una carcajada al verla, provocando que Jayden vuelva a mirarme. Le ofrezco una sonrisa mientras paso las manos por mi cuerpo, él solo niega con la cabeza, y por la forma en la que sus hombros están relajados y ese sentimiento de estar con la guarda alta desaparece de sus ojos, sé que está disfrutando estar aquí. Ese simple hecho hace que agradezca haberle dicho a Ella de cambiar un poco los planes.

Con en la paso de los días y con la partida de Adelaide cada vez más cerca, pude notar el cambio de actitud en Jayden. No creo que él se haya dado cuenta, pero cada vez que Adelaide se iba del apartamento para ir a conseguir algo que necesitaba para su viaje, una expresión amarga se creaba en su cara; o siempre que Adelaide pasaba la tarde con nosotros para ver películas, Jayden siempre se acercaba a ella, buscando estar cerca de su amiga. Aunque estas semanas que tuve la oportunidad de convivir con Adelaide me hayan servido a comprobar ciertas cosas que decía Ella, no pude evitar sentir una opresión en mi pecho al ver a Jayden un poco más decaído cada día que pasaba.