Maratón 3/3
Jayden.
-No tiene sentido lo que estás diciendo, así que no voy a escuchar- digo, riendo.
Isabel, suspira, mirándome-. Claro que tiene sentido.
-No, no lo tiene. ¿Por qué demonios querrías tomar café para ponerle más leche?- pregunto, estacionándome en la entrada de su apartamento.
-Porque me gusta a mí así- se cruza de brazos.
-Eres rara- hago una cara antes de entregarle sus llaves.
-Muchas gracias- dice, dándome una sonrisa-. Por todo.
-No hay problema- le respondo, quitando el seguro de la puerta.
-Nos vemos mañana- me dice.
-Hasta mañana, lectora- digo cuando sale del carro.
Isabel cierra la puerta antes de darse la vuelta, despedirse con su mano y entrar a paso apresurado al edificio. Solo hasta que me aseguro de que está adentro es cuando manejo hacia mi propio edificio. Le prometí a Adelaide en la mañana que iríamos a algún lugar, le pregunté a Ella que si quería acompañarnos, pero respondió que quería hacer unas cosas que tenía pendientes. Sé de ante mano que esos pendientes son ponerse a leer los libros que tiene en su mesita de noche.
Conduzco por la ciudad con tranquilidad hasta que llego a mi apartamento. Cuando abro la puerta, Adelaide está sentada en el sillón con su computadora en el regazo. Su cabello está recogido y tiene una cobija sobre sus hombros.
-Ya volví- digo en forma de saludo, cerrando la puerta a mis espaldas.
- ¿Cómo te fue?- pregunta sin despegar su mirada de su computadora.
-Bien- respondo, acercándome a ella-. ¿Qué haces?- veo su pantalla, viendo que tiene un documento de Word abierto.
-Intento hacer una lista de cosas que necesito comprar para cuando me vaya- dice, suspirando.
Mi propio pecho se comprime al recordar que Adelaide solo estará por dos semanas más antes de tener que irse a Italia a seguir trabajando. La rodeo con mis brazos desde atrás, pegando su cabeza a mi torso-. Vamos por algo de comer- le digo.
Voltea a verme; sus ojos brillan de emoción al escucharme y no puedo evitar sonreírle. Voy a extrañarla por esas semanas que no estará aquí, pero debe de regresar a su vida normal. No puede detener su mundo solo porque el mío se detuvo de cierta manera. Ella también tiene que volver a su casa y aceptar trabajos de nuevo, pero presiento que será más difícil de convencerla.
-Solo déjame ponerme mis zapatos- levanta sus pies, enseñándome que solo está usando calcetines con un estampado de navidad.
Niego con la cabeza, divertido antes de soltarla para que corra a su cuarto y se prepare. Adelaide corre a su cuarto para ponerse sus zapatos mientras yo me dirijo al baño para tomar mis pastillas para el dolor y checar los vendajes. Apresuro mi paso cuando escucho que Adelaide está caminando de regreso a la sala. Una vez en el baño, tomo las pastillas y me aseguro de que todo esté en orden antes de salir, pero me detengo en la puerta de Ella antes de tocar.
- ¿Sí?
- ¿Puedo pasar?- pregunto.
-Sabes que sí, tarado- responde.
Es lo único que necesito para entrar. Satisfacción explota en mi cuerpo cuando la encuentro sentada en su cama con una manta encima y un libro en mano. Sabía que esto es lo que haría en todo el día.
ESTÁS LEYENDO
¿Y si leemos juntos?
Romantizm"Ellos amaron tan apasionadamente que eran capaces de poner en vergüenza a los escritores que se habían atrevido a hablar de amor en épocas antiguas, pero a pesar de todo, al final del libro ella sonrío y se fue; él aceptó que la había perdido y tra...