CAPÍTULO 17

571 102 114
                                    

Maratón 3/3

Jayden.

-No tiene sentido lo que estás diciendo, así que no voy a escuchar- digo, riendo.

Isabel, suspira, mirándome-. Claro que tiene sentido.

-No, no lo tiene. ¿Por qué demonios querrías tomar café para ponerle más leche?- pregunto, estacionándome en la entrada de su apartamento.

-Porque me gusta a mí así- se cruza de brazos.

-Eres rara- hago una cara antes de entregarle sus llaves.

-Muchas gracias- dice, dándome una sonrisa-. Por todo.

-No hay problema- le respondo, quitando el seguro de la puerta.

-Nos vemos mañana- me dice.

-Hasta mañana, lectora- digo cuando sale del carro.

Isabel cierra la puerta antes de darse la vuelta, despedirse con su mano y entrar a paso apresurado al edificio. Solo hasta que me aseguro de que está adentro es cuando manejo hacia mi propio edificio. Le prometí a Adelaide en la mañana que iríamos a algún lugar, le pregunté a Ella que si quería acompañarnos, pero respondió que quería hacer unas cosas que tenía pendientes. Sé de ante mano que esos pendientes son ponerse a leer los libros que tiene en su mesita de noche.

Conduzco por la ciudad con tranquilidad hasta que llego a mi apartamento. Cuando abro la puerta, Adelaide está sentada en el sillón con su computadora en el regazo. Su cabello está recogido y tiene una cobija sobre sus hombros.

-Ya volví- digo en forma de saludo, cerrando la puerta a mis espaldas.

- ¿Cómo te fue?- pregunta sin despegar su mirada de su computadora.

-Bien- respondo, acercándome a ella-. ¿Qué haces?- veo su pantalla, viendo que tiene un documento de Word abierto.

-Intento hacer una lista de cosas que necesito comprar para cuando me vaya- dice, suspirando.

Mi propio pecho se comprime al recordar que Adelaide solo estará por dos semanas más antes de tener que irse a Italia a seguir trabajando. La rodeo con mis brazos desde atrás, pegando su cabeza a mi torso-. Vamos por algo de comer- le digo.

Voltea a verme; sus ojos brillan de emoción al escucharme y no puedo evitar sonreírle. Voy a extrañarla por esas semanas que no estará aquí, pero debe de regresar a su vida normal. No puede detener su mundo solo porque el mío se detuvo de cierta manera. Ella también tiene que volver a su casa y aceptar trabajos de nuevo, pero presiento que será más difícil de convencerla.

-Solo déjame ponerme mis zapatos- levanta sus pies, enseñándome que solo está usando calcetines con un estampado de navidad.

Niego con la cabeza, divertido antes de soltarla para que corra a su cuarto y se prepare. Adelaide corre a su cuarto para ponerse sus zapatos mientras yo me dirijo al baño para tomar mis pastillas para el dolor y checar los vendajes. Apresuro mi paso cuando escucho que Adelaide está caminando de regreso a la sala. Una vez en el baño, tomo las pastillas y me aseguro de que todo esté en orden antes de salir, pero me detengo en la puerta de Ella antes de tocar.

- ¿Sí?

- ¿Puedo pasar?- pregunto.

-Sabes que sí, tarado- responde.

Es lo único que necesito para entrar. Satisfacción explota en mi cuerpo cuando la encuentro sentada en su cama con una manta encima y un libro en mano. Sabía que esto es lo que haría en todo el día.

¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora