CAPÍTULO 6

603 110 206
                                    


Jayden.

Desperté para encontrarme con los brazos de Adelaide rodeándome. Mi cabeza dolía debido al llanto y mis ojos estaban hinchados. Sin poder resistirlo más, me paré de la cama y fui a mi habitación. Necesitaba aclarar mis ideas y no podía hacerlo mientras estaba encerrado en ese apartamento. Me cambié de ropa, me puse algo deportivo y me cubrí bien antes de salir. Les mandé un mensaje a ambas diciendo que había salido a caminar y que no se preocuparan.

Eso fue hace una hora.

Mis pies me siguen llevando por las fías calles una tras otra. Mi respiración se agita más con cada paso que tomo, mandando una ola de dolor por todo mi torso, pero no me detengo. Sigo obligándome a seguir corriendo, a recibir la fría nieve que choca contra mi cara. Dejé mi celular en el apartamento, sabiendo que en cuanto una de ellas despertara, comenzarían a llamarme. Y no es lo que necesito ahora. Sé que soy un idiota por haberme ido así, sé que soy el más grande idiota del mundo por causar la preocupación que las va a invadir cuando se den cuenta de que no estoy, pero debía salir de ahí. Las paredes se estaban comenzando a sumir, amenazando con enterrarme vivo. El aire se había vuelto difícil de respirar.

Sigo corriendo, un pie adelante del otro.

No culpo a Ella por no quererme en su vida, jamás lo haría. La entiendo, pero eso no lo hace más fácil. Estoy enojado, pero no en ella, sino conmigo. Daría lo que fuera por retroceder el maldito tiempo, por no haber aceptado esa estúpida propuesta de mi padre y Sam, por no haber herido a Isabel, porque mierda, la quise...la quiero; vendería mi alma al mejor postor por no haber alejado a Ella de mí con mis actos, pero desgraciadamente, una maquina del tiempo aún no es inventada.

Un grito feroz se forma en mi garganta, uno lleno de frustración. Obligo a mis piernas a ir más rápido. Un kilometro más, me digo a mi mismo, un kilometro más y paro, pero ese kilometro se convierte en dos, luego en cinco y después pierdo la cuenta.

Ignoro el ardor en mis pulmones mientras recuerdo las veces que Ella estuvo para mí, en todas las risas, los años de secretos y complicidad. Río cuando viene a mi mente la vez que intentamos ser algo más que amigos; como después de unos meses ambos nos miramos a la cara, reímos y declaramos que había sido la peor idea que habíamos tenido.

Lágrimas calientes caen por mis mejillas, haciéndome sentir miserable. Es horrible pensar que recuperaste algo tan valioso para ti, solo para darte cuenta que nunca volvió a ti, el dolor que sientes es suficiente para partir el mundo en dos. Mis lágrimas se congelan en mi cara, causándome incomodidad. Cuando revisé la temperatura esta mañana antes de salir, mi celular marcaba tres grados bajo cero.

Mierda, Ella va a matarme.

Corro más rápido, borrando el pensamiento de mi cabeza. No importa eso ahora. No creo que vuelva a importar.

 No creo que vuelva a importar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Y si leemos juntos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora