CHARLOTTE.
Las lágrimas bajaban de mi rostro mientras miraba el enorme Cristo de la capilla, el frío suelo no amortiguaba ni por cerca, el frío que se abría paso por mi pecho.
—¿Te gusta esto pequeña agente?—Su voz vacilante cerca de mi rostro me hacía hervir en cólera —. Eso es, no hables. Callada estás mejor, como lo debe ser una mujer.
Me removí bajo su cuerpo caliente mientras gritaba por ayuda a pesar de que la garganta me dolía de tanto hacerlo, el rostro me palpitaba tras los golpes que me proporcionó y la visión en uno de mis ojos era demasiado borrosa.
No deje de verlo a los ojos, ni siquiera en el instante en que llegó al clímax jadeando por tratar de respirar. La rabia me sobrepasaba, y en ese momento la culpabilidad por haber bebido y creerle a mi propia familia el día de mi cumpleaños.
—El Subdirector me dió la orden—soltó jadeante tras volverme a penetrar—. No podías hacer nada, agente.
En ese momento no lo entendí, si no, hasta después de recomponerme, y salir con el alma por los suelos. Estaban ellos custodiando, mis hermanos oyeron mis gritos de piedad y de súplica, pero nunca entraron a ayudarme.
"Papá deseaba que te hicieras más fuerte." Fue lo único que dijeron como excusa antes de dejarme sola.
El vidrio del espejo se quebró bajo el sonido de los cristales cayendo. Una parte de este me devolvió mi reflejo distante y carente de emoción alguna. Gael se removió en su cuna comenzando a quejarse, con calma lo volví a dormir hasta que se quedó en tranquilo.
El sol todavía estaba a nada de salir y el personal de la casa blanca ya estaba despierto y trabajando.
Debía moverme en silencio si quería poder salir antes de lo establecido, tenía un código con Vladimir, la red central de la OMING solamente dejaba de funcionar durante un minuto para restaurar todos los días los nuevos datos e información por igual. Todo esto antes del amanecer.
Un correo electrónico apareció en mi bandeja de entrada.
General De Alba.
"Al salir el sol, entrada principal. Lo prometido es deuda, Char."
Todavía en camisón, me encamine al gran closet que tenía todo tipo vestidos, faldas, conjuntos, pero ningún pantalón ya que según la lógica del consejo del presidente, la primera dama no tiene derecho a usarlos.
Busqué en lo profundo del closet, moví algunos ganchos y con brusquedad lo saqué. Mi uniforme oficial de la OMING, con su boina sujeta en la parte derecha y las insignias aún todavía puestas.
Me cambié con prisa permitiendo observar mi cuerpo por los espejos de las paredes, las cicatrices de mi espalda eran de todo, menos hermosas y delicadas. Fueron tan profundas que casi llegué a morir y ansiaba ese momento.
Lo ansiaba tanto que cada misión asignada podría ser una manera rápida de liberarme de todo el dolor que me asfixiaba con cada día que pasa. Mis torturas, la manipulación de mi padre tan descarada para hacerme caer en su juego y mandarme violar tras despojar todo militar que pudo haberme ayudado.
casi destrozada sin piel lisa...
Mucho tiempo me trataron de ayudar haciéndome creer que yo poseía la culpa. La fortaleza que he llegado a tener me sorprendía a mi misma con cada golpe que he recibido y se que hay un archivo en la organización que dice que llegue a estar medicada por algunos meses a causa de la depresión que llegue a tener.
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PASIÓN & PODER: 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 | 𝗦𝗘𝗥𝗜𝗘 𝗣𝗢𝗗𝗘𝗥 #1.
General Fiction𝗦𝗘𝗥𝗜𝗘 𝗣𝗢𝗗𝗘𝗥: 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 | 𝗖𝗢𝗠𝗣𝗟𝗘𝗧𝗔. «SINOPSIS EN EL INTERIOR.» Se dice que en el juego del poder, la reina es la pieza más importante del tablero. Tras haber cometido insubordinación la agente Charlotte Brown fue reubica...