❤️‍🔥CAPÍTULO 34.

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CHARLOTTE.

En silencio analicé las cosas que las personas de limpieza comenzaban a acomodar en los cajones y clóset. Está mañana desperté muy temprano ya que Dimitry lo hizo, y me avisó que mis cosas ya estaban aquí. Bueno, la mayoría y más importantes.

Me puse de pie con urgencia al ver que una de las chicas sostenía una fotografía de Gael enmarcada.

—Yo la acomodo, gracias.

La tomé con manos temblorosas acariciando el cristal. Lo extraño demasiado. Oír su suave risa cuándo Emmanuel le hacía cosquillas... simplemente lo necesitaba más de lo que podía admitir.

Mi abuelo me decía que pensar y llorarle a las personas que ya no están aquí es preocuparlos y no dejarlos descansar.

¿Pero cómo no hacerlo cuándo duele demasiado? Saber que nunca podré tener un bebé aumenta ese dolor, o que al menos tengo que intentarlo demasiado sin seguir perdiendo la esperanza. No quiero agujas, mucho menos objetos en mi cuerpo para seguir sabiendo una respuesta que desde hace mucho ya me rondaba la cabeza.

Simplemente no podré más.

—¿Dónde guardo estos papeles, señora Vólkov?—Me giré a la chica agarrando los sobres.

Dejé la fotografía en el tocador junto a mis cosas y los perfumes de Dimitry, deje los demás menos el importante.

ESCO, EMPRESA BIOQUÍMICA.

Salí de la habitación con el sobre, el aire cálido refrescaba toda la casa, levanté un poco el borde de mi vestido holgado bajando las escaleras de madera al primer piso.

La gran sala principal estaba vacía completamente, Edward iba y venía en asuntos que solo a él se le ordenaban. Félix el mejor amigo del mafioso y Orlando partieron en la madrugada a no sé dónde.

Tantos pasillos me terminaron mareando. Me encamine a la cocina en silencio para descubrir que parecía más para chefs que otra cosa.

—¿Puedo ayudarla?—Una de las cocineras se acercó.

—¿Tienen mantequilla de maní?—Ella asintió.—¿Me podrías dar el bote y una cuchara?

Asintió movilizándose a los estantes. Le agradecí con una sonrisa.

—¿Sabes dónde está el despacho del señor?

Necesitaba una pluma.

—Pasillo izquierdo, última puerta.

Salí abriendo el bote y sacando un poco con la cuchara. Suspiré feliz de poder comerla.

Agarré el picaporte esperando que no tuviera llave y así fue. El olor a su perfume estaba en todo el lugar, libreros grandes, ventanales que mostraban las hectáreas de la hacienda, sillones de cuero, pantallas perfectamente acomodadas en las paredes color verde oscuro.

Me limpié las manos y metí la cuchara en la boca. Saque los papeles y rebusque en los cajones a mi lado, la silla era demasiado grande para mí que fácilmente pude sentarme con las piernas cruzadas.

Estos papeles originales demuestran que la empresa bioquímica ESCO pertenece a la dueña Charlotte Elizabeth Morozova Eiisman y su vicepresidente...

—No, aquí vamos a cambiarlo...—hable aún con la cuchara en la boca.

El cajón pude abrirlo viendo una Tablet y dos computadoras más. Sacando la Tablet descubrí que no tenía contraseña mucho menos una encriptación.

Ingresando los datos entre al sistema de la compañía, se que no podrán rastrearme. Puse mi contraseña y códigos que solamente el dueño tiene.

—¡Si!—Volví a comer prestando atención.—¿Por qué es tan tardado esto?

Pasión & Poder: 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 | 𝗦𝗘𝗥𝗜𝗘 𝗣𝗢𝗗𝗘𝗥 #1.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora