Pasión & Poder: 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 | 𝗦𝗘𝗥𝗜𝗘 𝗣𝗢𝗗𝗘𝗥 #1.

❤️‍🔥CAPÍTULO 9.

CHARLOTTE.

Tuve la mejor noche de mi vida después de tantos años, Amaya y yo improvisamos una pequeña pijamada en mi habitación de la central y le explique en lo que consta mi trabajo cada que ella tenía una duda. Logre pasarla bajo un nombre falso que incluso Vladimir creyó y mucho más cuando Emmanuel la presentó como una de las sobrinas lejanas de su familia a la cual estaría cuidando.

Al amanecer la admire dormir y puedo seguir asegurando, es la niña más hermosa del mundo, la mejor parte de Dimitry y yo.

Su cabello castaño es tan lacio y brillante que le llega un poquito más arriba de la espalda cuando lo tiene suelto. Y qué decir de su rostro redondo que porta mejillas rosadas y una pequeña nariz que la hacen ver única.

La dejé en la cafetería con Emmanuel que de inmediato se la llevó a escoger lo que quisiera y yo me limite a confiar en que estará bien con él.

Hugo y Samuel caminaban detrás de mí por el pasillo en silencio. Cabe mencionar que tuve un pequeño inconveniente con mi cuñada cuando quise ingresar a la oficina de Stefan, pude romperle la nariz pero mi sobrino estaba presente.

Me detuve cuándo Samuel se adelantó a abrir la puerta, Rubí que se encontraba tras las computadoras levantó su atención a nosotros.

—Charlotte...—ella sonrió.

Charlotte mis ovarios.

—General Morozova—la corregí entrando con mis hermanos.—Me agradas, pero amigas ya no somos.

Samuel se hizo el desentendido mirando las pantallas de las paredes con la información diaria. Ella me analizó bajo una falsa sonrisa.

—¿En qué puedo servirle, general?—Preguntó desviando la atención a varios de los cadetes.

El lugar es grande, lógico. Se alberga demasiada información.

Troné los dedos y ella brinco.

—El Mediterráneo, prisión de máxima seguridad. Christian y Darío Morozov—le ordené con dureza.—Dame la información ahora mismo.

Se tensó.

Levanté las cejas al ver que no movía los dedos sobre el teclado.

—Le están dando una orden soldado, no quiere una sanción—Hugo soltó entre dientes.—Póngase a teclear.

—El director dijo que...—la interrumpí haciendo un ruido con la lengua.

Señale a mi hermano que ya se encontraba cruzado de brazos.

—El director no está en condiciones ahora mismo por la muerte de su madre—intervino Samuel.—Ante eso, nosotros tres le seguimos en el poder—le sonrió con burla.—Danos esa información ahora mismo.

Rodeé los escritorios llegando a su lado. En los corredores hay chismes, noticias y se que ella es íntima amiga de Miriam. Rubí comenzó a teclear ingresando el código. El sonido del teléfono de Hugo irrumpió en la estancia, disculpándose salió atendiendo la llamada.

Tragué duro viendo cómo después de varios minutos salió la información, me heló por completo ver sus fotografías bajo la simbología numérica.

Sus rostros desgastados y golpeados.

Samuel sacó de su chaqueta una USB.

—La información aquí—la movió arriba y abajo.—Vamos que no tenemos todo el día.

Ella la agarró en silencio cumpliendo la orden.

Collum, mar Mediterráneo.

Una maldita isla en medio de la nada.