37. Chocolate

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Michael

—¿Qué es lo que quieres? —Brama Madisson furiosa.

—Por favor… No todo trata sobre ti manos de mantequilla —Entre risas la chica frente a ella hace un ademan de indiferencia, que sus amigas comparten con carcajadas.

En ese momento fue mi advertencia para actuar, Madisson estaba formando puños con sus manos mientras se acercaba más a aquella chica.

Sí, todo sucedión muy rápido.

Llegue detrás de ella antes que actuara y tome uno de sus puños, no se detuvo, se zafo de mi agarre y continuo su camino.

En este punto, toda la cafetería se giró hacia la escena, se escuchaban susurros de gente comentando, pero lo que menos me importaba era eso, Maddie estaba a punto de estallar, lo notaba, era como un toro echo furia, no sé cuál sea la situación con esta chica, pero cada vez que la ve, sus ojos brillan, pero no de la buena manera.

Se le acerca tanto que están a punto de frotar sus narices mientras ambas se escudriñan con la mirada.

—¡Madisson! —Exclamo tomándola de los brazos para evitar cualquier arrebato de ira, no me gusta a donde puede llegar esto.

—Oh, la pequeña tiene un noviecito —La chica hace un falso puchero y estalla en risas con otras chicas.

Siento como Maddie se escapa de mi agarre e intenta saltar sobre ella una vez más.

Pero la tomo de la cintura y la saco de allí lo más rápido que puedo.

—Madisson ¿Qué rayos te pasa? —La dejo en el suelo y examino su rostro.

Sus pómulos se tornaron rojos, respiración pesada y ojos brillantes de ira.

Tomo sus mejillas rápidamente y acerco su rostro al mío, sin darle tiempo de pensar —Maddie, no debes dejar que te provoque.

Su ceño se relaja y antes de que vuelva a decir algo la abrazo, fuerte y firmemente, se tensa ante el rápido movimiento, sin embargo, lo corresponde y me aprieta más contra sí, esconde su cabeza en mi cuello y siento lo vulnerable que se puede volver, como sus capas salen a la luz, y de repente no es esa chica ruda, es Maddison. 

Y verla como realmente es, que ella me permita admirar sus capas, toca algo sensible dentro de mi que no conocía. Como si fuera algo pequeño que debe protegerse, no porque ella no pueda, sino por así me lo permite. Allí se vuelve la cosita más importante en todo el mundo y siento que debo estar ahí para ella.

Y por supuestos que lo haré.

Poco a poco su respiración se calma y suelta el agarre de mi torso.

—Lo sé —Suspira —Lo siento, yo…

—No lo sientas… Supongo que tienes un motivo para ponerte así.

Sus ojos se encuentran con los míos y me da esa misma mirada de aquella noche donde me conto sobre su pasado.

—El año pasado en los juegos, entre en una especie de ataque de pánico, perdimos, estaba armando terrible y la presión no me ayudaba a calmarme, el entrenados me saco del juego y casi lo golpeo, ellas grabaron un video y me torturaron el resto de la competencia con el recuerdo y su estúpido apodo —Soltó rápidamente, tanto que luego respiro profundo.

De acuerdo, eso me tomó desprevenido.

—Ellas me recuerdan el error que cometí hace años —continua suavemente—, la falta de control que tengo sobre mi misma —, lleva sus manos a sus ojos y suelta un gruñido.

—Como sea ya paso, solo que de esa manera no es como lo arreglaras Maddie —Frunce las cejas ligeramente y continuo —Es en la cancha donde debes callarlas y patearles el trasero.

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