2. ¿Nadador?

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La emoción y la ansiedad por empezar me despiertan, veo por la ventana que está entre las camas, aún no amanece por completo, por lo que reviso mi celular, la luz me ciega al principio, pero una vez que mis ojos se adaptan, puedo ver las 5am, las actividades no comenzaran hasta las 8am, para dejar descansar bien a los atletas, por lo que decido que sería un buen momento para salir a caminar un poco y ver más el complejo.

Me levanto intentando no hacer mucho ruido para no despertar a Noah, me doy una ducha rápida, gracias al cielo hay calentador, al salir escojo lo más sencillo que tengo y opto por unos shorts deportivos y una sudadera gris.

Apenas salgo de la cabaña me golpea el aire fresco, en una ráfaga que trae consigo hojas de árboles y ese peculiar y fresco olor a pino, ya está un poco más claro, por lo que, me permito pasar algo de tiempo allí, respiro calmadamente llenando mis pulmones de aire y exhalando poco a poco, la respiración es uno de los puntos más importantes del nadador, así que le doy gran importancia.

Sintiendo la calma que transmite la mañana, comienzo a caminar hacia las piscinas, son realmente hermosas, tal como en las fotos, de pronto una sensación de paz me llena y me permite sentirme feliz.

—¿Nadador? —me asusta la voz de una persona desconocida detrás de mí, me volteo lentamente dando un poco más de tensión al asunto, luego puedo ver a un hombre sentado en una silla, luce de unos 50 y tiene el logo de Elite.

—Sí, disculpe no lo vi antes —, me le acerco —Me llamo Michael —le tiendo la mano y la toma dándome un saludo.

—John —, dice con una pequeña sonrisa —, soy el cuidador de la piscina, por como la ves y por tu espalda, debes nadar hace mucho tiempo.

—Si señor John, desde los 5 —asiento, encogiéndome de hombros —, iré a ver un poco más de las instalaciones, fue un gusto.

—El gusto fue mío muchacho, casi nadie habla conmigo —dirige su mirada al suelo, por una fracción de segundo se me antoja nostálgica —, pero bueno no te quito más tiempo.

Yo asiento y me retiro, sigo caminando y puedo ver alrededor de 5 instalaciones más, todas techadas, en perfectas condiciones, con un orden impecable y a una distancia de unos 10 metros entre cada gimnasio, cada uno de ellos separados, por diferentes plantas que reconozco, como helechos e isoras por el jardín de mama, pesas, básquet, un gran salón con implementos de crossfit, incluso hockey.

Luego, visualizo un gran edificio, dos o tres pisos, grandes ventanales por toda la estructura y muchas maquinas por lo que lo reconozco como el gimnasio.

Al pasar un poco más allá puedo ver, una gran cancha con una malla en el medio, voleibol, el gimnasio es grandioso y con unas gradas inmensas.

Recuerdo esos días en los que mi madre solía enseñarme a jugar voleibol en una cancha así.

Pero mis pensamientos son interrumpidos abruptamente, por un golpe del que no me doy cuenta, hasta que estoy en el suelo y siento una ligera punzada de dolor.

Levanto la mirada, mientras torpemente me incorporo para sentarme, y mi sorpresa es encontrarme con ella...

Dios.

¿O un ángel tal vez?

—Lo siento, no te ví —Dice una dulce voz, y allí me permito observarla… Esos ojos , unos hermosos, hipnotizantes, el iris mezclado de un amarillo o verde que finalizan en un azul, perfecto para perderte en él durante horas, resaltan con el sol saliendo detras de mí, cada facción es marcada, su nariz, pómulos, mandíbula, pero mantienen ese aspecto delicado, labios rojizos, ni muy gruesos ni delgados, y una abundante cabellera negra que está atada en un moño alto. Sí, en un perfecto y tierno moño alto.

Nos levantamos lentamente y puedo notar lo alta que es, esbelta y con unos shorts negros y una sudadera azul.

Y no sé como me contengo de abrir la boca y babearme al solo mirarla.

Es hermosa.

—Está bien, yo…—Antes de terminar desaparece tan rápido como llego.

Aun un poco aturdido decido restarle importancia, cuando doy un paso para seguir caminando, escucho algo debajo de mi zapato, retiro el pie y veo un pequeño y delicado collar, es dorado y tiene un lindo dije de una cruz, sin pensarlo mucho, decido llevarlo conmigo.

Tal vez sea una excusa para volver a verla.

Definitivamente.

De regreso a la cabaña voy pensando en ella, tenía ese algo que transmite paz, a pesar de lo abrupto del encuentro, es especial, lo pude notar en cuanto esos ojos hicieron contacto con los míos rápidamente.

Sin darme cuenta, sonrío para mí mismo mientras miro el collar en mis manos.

—¿No que te ibas a concentrar Michael? —Me pregunto en voz alta, en desaprobación y sorpresa por lo mucho que me encontré pensando en ella.

Por lo absorto que estuve caminé y caminé sin rumbo e inconscientemente termine en la cabaña.

—Hola madrugador —, dice Noah al notar que mi presencia —¿A dónde fuiste tan temprano?

—Solo fui a ver un poco del complejo, es enorme —, hablo recordando todo lo que recorrí.

—Creo que paso algo más, apenas llegaste tenías una sonrisa de idiota —alude mientras ríe.

Rayos, ¿cómo lo noto?

—Ah, no, no pasó nada —guardo el collar nerviosamente mientras camino a mi cama.

—Seguro —dice y luego de entornar los ojos, suelta una carcajada —, supongo que en algún momento me tendrás que contar —añade mientras sale de la cama —Prepárate, ya tenemos que ir al comedor y luego empezar con todas las actividades del primer día.

—Está bien —Suspiro y me dejo caer dramáticamente.

—Me cambio y salimos hacia el comedor, romeo —recalca con una sonrisa en la cara.

—Sí sí, como sea —digo intentando restarle importancia —Tienes 10 minutos.

Me da un pulgar arriba para luego desaparecer en el baño, dejo salir una gran bocanada de aire que no sabía que tenía contenida

—Este va a ser un largo día.

Jugando por Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora