8. ¿Una chica?

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Michael

El recuerdo de hace unas horas me persigue… Madisson estaba ahí, a mi lado, me ayudó a levantar y me miró directamente a los ojos, por supuesto no dejó de lado su actitud, pero fue linda a su modo y creo que esa es una de las cosas que más me atraen de ella, el cómo arruga su entrecejo cuando digo algo que la incomoda, como cruza sus largos brazos y como aprieta sus labios cuando no se sale con la suya, muy pocas veces la he visto sonreír, y de todas esas ninguna ha sido conmigo, debo hacerla sonreír, quiero verla feliz.

Pero supongo que tendré que esperar a esta tarde o tal vez la próxima semana cuando se sienta más cómoda conmigo.  

Ya son las 8am, debo ir a desayunar, me levanto de la cama, tomo mi ducha matutina y me visto, jeans y un suéter con unos zapatos, traje ropa casual y debo usarla si no quiero acabar con los shorts que tengo. Noah se levantó hace un rato, dijo que su padre había venido a visitarlo y que probablemente pasarían el día hablando.

De camino al comedor decido video llamar a mi familia, luego de unos repiques contestan y puedo ver a los sonrientes señor y señora Evans detrás del escritorio de la compañía.

—Buenos días Michael —dice mi padre —. Que bueno que te acuerdas de tus viejos.

Río un poco —Buen día ¿Cómo están? —Pregunto.

—Bien hijo, extrañándote —habla mi madre con cierta melancolía en su voz.

—Solo ha pasado una semana mamá —suspiro, dejándome embargar por ese aroma al que ya me acostumbré, madera y pino, los alrededores del campamento son áreas libres, árboles y algunos lagos.

—Sí, lo sé —comenta.

—¿Cómo van las cosas en la compañía?

—Genial hijo, aunque tuvimos un percance con una de las máquinas —, siento mis ojos abrirse al límite, si una de esas máquinas falla… —. Relájate Michael —, mi padre suelta una risita —ya lo solucionamos y todo está bien. 

Puedo respirar de nuevo —¿Por qué no me lo dijeron? 

—No queríamos preocuparte hijo, el asistente provisional de tu padre dijo que lo podía ayudar y ya lo hizo, tu puesto está en buenas manos —, mi madre me da una sonrisa condescendiente. 

—De acuerdo. 

—¿Cuándo podemos ir a verte? —pregunta.

—Los fines de semana, en las mañanas, en las tardes estaré algo ocupado con una chica y...

—¿Una chica? —Preguntan al unísono con notoria sorpresa.

—Sí, es una amiga, la ayudaré en unas cosas —contesto, sé lo que están pensando.

Creo que nunca le he hablado a mis padres de una chica de esa forma, así que es normal que piensen que es algo importante.

Espera...¿Lo es?

Mi padre alzó una ceja y mi madre tiene la boca en forma de “o”, en medio de su ensimismamiento, se las arreglan para hablar —, bueno hijo, cualquier cosa nos avisas y dinos cuando podamos visitarte.

—Está bien, está bien —asiento.

—Sofí te manda saludos y suerte —, dice mi madre está vez —cuídate.

—Lo haré, igual ustedes —hablo —, adiós. 

Al llegar al comedor me dirijo directamente a la taquilla 8, recibo mi desayuno, un delicioso sándwich y un gran jugo, además de las proteínas de extraño sabor, y el postre —que en realidad es una fruta—, al no encontrar a ninguno de los chicos, me siento solo en una mesa, siento miradas sobre mí, supongo que están extrañados por mi ropa.

Una de las cosas buenas de ser atleta, es que todos disfrutan de andar libremente en ropa deportiva, y es entendido por el resto, por lo que, alguien con un atuendo casual es algo extraño, pero no tengo de otra, al terminar la gran botella de proteínas, visualizo a Natalia, la chica de la otra noche, en una de las mesas cercanas, lleva unos shorts deportivos y pequeño top, coquetamente guiña un ojo y bate su cabello rubio.

No sé por qué, pero me da por compararla con Madisson. ¿Cómo es que no deja de estar en mi mente?

Enfócate Michael, viniste a nadar, no a  enamorarte.

Rápidamente se levanta y avanza hacia mí, sus pasos son seguros, allí me doy cuenta de lo definido que es su cuerpo, supongo que es el CrossFit y sus efectos, sobretodo en sus contorneadas piernas que se marcan con cada paso, una vez en la mesa, toma asiento en el banco de enfrente, y sus ojos no tardan en conectarse con los míos, al tiempo que sus labios delinean una sonrisa.

—Hey ¿Qué tal todo? —Pregunta mientras arregla su cabello con una mano. 

—Increible —algo llega a mí mente—, por cierto… ¿Cuántos años has venido? Se nota que no eres tan nueva.

Ella deja salir una risa y comenta —, con este son dos años, pero creo que han sido suficientes —, se encoge ligeramente de hombros —, aunque déjame decirte que vas muy bien, ya tienes varios amigos y... Me han dicho que eres muy bueno nadando.

—Oh, gracias supongo, pero… ¿Te puedo preguntar algo?

—Claro —afinca sus brazos sobre la mesa y se acerca más a mí, creando un aire íntimo. 

—¿Por qué todos me ven tan raro? —No puedo evitar preguntar, tal vez ella tenga una idea.

Natalia suelta una carcajada, que me resulta contagiosa —, supongo que por cómo andas vestido, pero yo diría que cuando te ves así —, su mano me señala de arriba hacia debajo  —es fácil llamar la atención.

Abrí mi boca para contestar, aunque dudando un poco, pero una voz llama fuertemente a su nombre. Natalia se gira y parece notar algo, su cuerpo se tensa y dice rápidamente —nos vemos luego Michael. 

Y desaparece entre las personas de la cafetería. 

Luego de caminar un poco y dejar mi ropa en la lavandería, donde, cabe destacar, las señoras se mostraron realmente amables, incluso me pellizcaron las mejillas —me recordaron a mi abuela—, son casi las 2pm, debo ir al gimnasio, me cambio rápidamente mientras envío un mensaje.

Yo: ¿Lista?

Unos pocos segundos después, contesta, al abrir el mensaje, me percato de que es una foto del gimnasio, está sentada en la mitad de la cancha, puedo ver sus rodilleras y sus botas blancas de jugar, sus piernas están al descubierto, y debo admitir que me roba el aliento lo sexys y delineadas que son.

Otro mensaje llega.

Maddie: Antes de que nacieras.

Una repentina emoción me invade y salgo de la cabaña con una sonrisa inconsciente.

Muy bien Michael, autocontrol y profesionalismo. 

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