3. El duelo I

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¡Disfrútenlo!

Luego de que Noah saliera del baño nos dirigimos a la cafetería, es grande, al igual que todo el complejo, de pequeñas baldosas blancas en las paredes y un gran logo amarillo y azul, es de Elite y se encuentra al fondo, tiene hileras de mesas y sillas metálicas y hay varias especies de taquillas con números, en cada una hay una mujer, que entrega una bandeja ya lista.

—Ven por aquí —indica Noah.

—Buen día jóvenes —sale una señora mayor con un traje de cocinera —¿Disciplina?

—Béisbol —contesta Noah.

—Natación —replico.

—Bien, béisbol caseta 3 y natación caseta 8 —argumenta la mujer.

—Muchas gracias —digo con una sonrisa y ella asiente.

Al pasar por las casetas y retirar la comida, me encuentro con Noah, llevo unas tostadas, huevo, tocino y un gran jugo de naranja, honestamente preferiría mi cereal, pero no me quejo, me dirijo a una mesa con mi amigo, y unos chicos le hacen señas para que se acerquen.

—Ven, te presentare a unos amigos —Noah me desordena el cabello, mientras nos acercamos a una mesa.

Al llegar, Noah se saluda con todos, luego parece recordar mi existencia y mientras se sienta y les dice —Él es mi compañero de habitación, Michael, ellos son Apolo, Carlos y Lucas.

—Un placer —digo sentándome en la mesa para comenzar a comer.

—Él es de natación —habla Noah —. Como tú Apolo, tal vez sean compañeros.

—De hecho, sí —comenta el chico frente a mí —. Tendremos práctica juntos.

—Qué bueno, es un gusto Apolo... —Algo viene a mi mente— por cierto ¿Es Apolo? ¿Como el Dios griego? —No pude evitar preguntar.

Él ríe y niega con la cabeza —, sí, pero en realidad es por la misión espacial... Mis padres están obsesionados con las astronomía.

—Wow —, comento anonadado —, eso es genial.

—Sí querido amigo nuevo —, uno de los chicos palmea el hombro de Apolo —, tenemos un pequeño astronauta.

Noah ríe abiertamente —, ya déjalo Lucas.

—¿Y ustedes? —Pregunto a los otros chicos.

—Yo soy de básquet —explica Carlos —Y él de CrossFit —señala a Lucas.

Yo asiento, entonces Noah me rodea con el brazo y les dice a los chicos —Debemos presentarle a algunas chicas, este pequeñín no conoce a nadie —y con eso me suelta.

—Bueno —empieza Lucas mientras se frota las manos con malicia —Aquí las cosas son así… Las más lindas están en una especie de pirámide, de terceras las crossfiters, conmigo —recalca con aires de suficiencia —, en segundo las tenistas y en la cima las voleibolistas, son ardientes —hace un ademán y continúa— y en su mayoría seguras de sí.

—¿Por qué las etiquetan? —Intervengo.

A decir verdad, me parece absurdo.

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