33. Cita doble I

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Mi cuerpo se refleja ante el gran espejo de la cabaña, tras otras 2 horas con mi amiga ejerciendo su poder en mí, estoy lista y esperando a los chicos.

Mi cabello esta suelto y perfectamente liso, mi rostro va cubierto con unas pocas capas de corrector, mascara de pestañas, iluminador y un lip gloss en los labios, mis piernas están al descubierto por un short de mezclilla, no estaba segura de usar uno, pero las palabras de Sarah cita veraniega me convencieron, zapatos deportivos blancos y una blusa de tirantes que llega a la pretina del short color azul.

—Deja de verte tanto, estas hermosa —comenta Sarah recostada en su cama.

—¿Estas segura de…

—¡Sí! —gruñe en frustración —tente seguridad ¡Dios! —, se levanta y se posiciona a mi lado en el espejo —es a las 3 de la tarde, está haciendo calor y es verano, ¡Luces genial!

—¿Y si vamos al cine?

Toma un suéter colorido que esta sobre una silla y lo ata a mi cintura —Estas preparada.

Suspiro y alzo mis manos —, de acuerdo.
Me aplico un poco de perfume y pongo mis cosas en un pequeño bolso, recibo una llamada y me alegro al ver el nombre Michael <3, en el identificador.

—Maddie, estamos afuera.

Cuelgo la llamada y salgo recibiendo un rayo de sol directo en mis ojos, Sarah tenía razón.

Tal vez sea bruja.

Me adentro en la camioneta de Noah y tras saludar a los chicos dejo un beso en la mejilla a mi acompañante en el asiento trasero.

El recuerdo de mi siesta en este auto llega a mi mente y me hace enternecerme rápidamente. Ojalá pudiera volver a dormir así.

Mi novio luce genial, parece sacado de una sesión de fotos de Vogue, lleva unas bermudas rojas entalladas, con una chemise azul marino estilo polo y unos perfectamente blancos zapatos casuales.
Noah, quien va manejando, y Mónica, de copiloto, están combinados, ambos llevan color verde en sus prendas.

—¿A dónde iremos amor? —Pregunta la rusa.

—Ya verán —comenta Noah lanzándole una mirada de complicidad al castaño a través del espejo retrovisor.

Michael se acerca a mí, luciendo sus tiernos hoyuelos y dejandome percibir ese olor varonil que desprende, Diosito —, te ves hermosa —. Habla el nadador en un susurro cerca de mi oído.

—Tú te ves muy guapo —contesto lanzándole una mirada coqueta.

Noah se abre paso y sale del campamento, mi cerebro está procesando los posibles lugares a los que podríamos ir, pero me sorprendo al ver que luego de unos 10 minutos se adentra en la calle Sunny, una avenida con juegos de todo tipo a ambos lados de la larga calle, go karts, patinaje, mini golf y cualquier cantidad de atracciones para jóvenes… Creo que más para niños pero ¿Qué más da?

El beisbolista aparca frente a los go karts, el primero de los juegos y todos bajamos del auto, acercándonos más entre nosotros —en mi caso, del nadador frente a mí que jala mi mano— por toda la gente que hay pasando por lados de la calle.

—Primera parada ¡Go karts! —Exclama Noah con una gran sonrisa mientras toma la mano de su pareja.

Todos reímos por la contagiosa emoción que de repente aparece en Noah y nos adentramos en el establecimiento.

Luego de los protocolos y apuestas, los 4 autos se encuentran en fila frente a la línea de la salida, luego del gran pitido todos salen disparados pasando por la pista.

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