31. Libre y mixto

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Cada paso que doy es lento, precavido, mientras la inseguridad aborda cada centímetro de mí apoyado en el brazo de Noah paso por gran parte del complejo para llegar a mi cabaña luego de que el Doctor Darmont me diera de alta.

Cada que pongo mi peso sobre el pie derecho me aborda un dolor que se extiende hasta mi pecho, pero no solo es el físico, el que más me golpea es ese algo en mi pecho, eso que presiona y revuelve mi estómago, pero intento ignorarlo mientras veo las áreas verdes, los árboles y la camineria frente a mí, incluso me percato de como todas las personas me ven con falsa compasión plasmada en sus rostros, deben entender que es esto, pero, aun así, no lo saben con certeza.

Balanceándome, entre el cuerpo de Noah, y mantenerme en el mío, dando pequeños saltos y sin poder evitar algunas muecas, la vacilación y debilidad se apoderan de mí una vez que paso frente al gimnasio con las piscinas y el Señor John me saluda con una sonrisa triste. 

Una mano me toma por el otro lado ¿Bien? —pregunta Maddie, su mirada es suave y cálida, al igual que su tono.

Asiento —bien.

Ciertamente me siento bien, mi tobillo no molesta tanto como creí, lo que si lo hace es la impotencia y el peso que aún no se desvanece desde que entré en la enfermería.

Al llegar por órdenes del Doctor, Noah me suelta y camino hacia el interior solo, no es que me duela tanto, puedo soportarlo, más aún cuando de eso depende el diagnóstico del fisioterapeuta.

—Muy bien Michael —exclama el doctor con una sonrisa en su rostro —, has progresado mucho, en un rato, sal, estira y trota un poco, si no tienes molestias puedes nadar unas 5 o 6 piscinas, para ver como sientes el tobillo.

—De acuerdo, gracias —asiento y él se retira.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Noah.

—Bien, supongo.

—Bueno debo irme a entrenar, llego tarde —se dirige a la puerta para luego girar sobre sus pies nuevamente —no hagan nada mientras no estoy —, sus cejas suben y bajan, dándonos a entender su mensaje oculto.

Maddie gruñe en señal de repulsión y anexa —también debo irme, ¿Necesitas algo?

Mis ánimos decayeron drásticamente, sin razón aparente.

—No, estoy bien —, no pude evitar la frialdad en mi tono.

Últimamente mis emociones son vulnerables e incontrolables, estoy bien, y de un momento a otro me siento mal, creo que es adecuado llamarme bipolar, tal vez este torturando a Maddie y Noah con eso.

El día se hizo aburrido y monótono, así que, luego de avisar a mis padres que estaba bien y en la cabaña, me vestí para salir, caminando llegue a la piscina donde todos estaban entrenando, me estire un poco y trote por los alrededores.

Almorcé junto con Apolo, quien no paraba de preguntar sobre mi estado y regresé a la piscina con él, gracias al entrenador, luego de estirar nuevamente me adentré en la piscina.

Una sensación que luego identifique como nostalgia me abordo, sin embargo, desapareció luego de unas cuantas piscinas.

Afortunadamente, mi tobillo se sentía bien, aun así, intente no ejercer mucha presión sobre él.

Terminado el entrenamiento, me encamino en dirección a la cabaña con el bolso colgando sobre mi hombro y la mirada puesta en el atardecer.

—Oye, capitán —, una voz llega a mis oídos, me giro sobre mis talones para ver a David detrás de mí —¿Puedo hablar contigo?

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