3. El duelo III

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Michael

Dios ¿Que paso allá? La pregunta de Apolo, retumba en mi cabeza una y otra vez, porque ni siquiera yo sé, ella no fue tan cerrada conmigo, tal vez fue por lo del collar, dijo que era importante, pero sinceramente prefiero pensar, que no tuvo que ver con eso.

Ella se veía tan fuerte pasando por cada obstáculo, tan resistente con los neumáticos, recuerdo quedarme embelesado, viéndola subir la cuerda, la forma en la que cada musculo de su cuerpo, se marcaba ligeramente y la gran determinación en su rostro.

Luego de la nada se le dificultaron los aros, pero fue intrépida y salto dejando a todos boquiabierta, fue vulnerable por unos segundos, la vi confiar en mi mientras la sostenía, pero de la nada me empujo y gano, a decir verdad, fue tierno ver su pequeño baile de victoria en la cima.

Hasta ahora me cuesta creer, que alguien con una carita tan linda, una presencia tan notable y una mirada dulce, pueda ser tan maliciosa y decidida, no tenía idea de su competitividad.

Por no hablar de esos ligeros shorts de spandex, que se le entallan y delinean su parte baja, casi me dejo sin saliva al verla caminando por allí, luciéndolos en su máximo esplendor ¿Cómo es que le quedan tan bien?

Calma Michael, por ahí no va la cosa.

Sin darme cuenta, tengo otra de esas sonrisas que ella me roba.

—Evans, tercera repetición, diez sentadillas con la pesa, ahora —la voz del entrenador, me recuerda que estoy en el gimnasio y debo dejar de pensar en Madisson.

Yo asiento y me acerco a la pesa, la cargo y hago mis repeticiones, con eso me falta una repetición más, con mayor peso y finalmente prensa, ya llevamos alrededor de 4 horas en el gimnasio, pero es por la gran cantidad de atletas por cada disciplina, aun así, este lugar se sigue viendo grande.

—Rayos, me duelen los brazos después de tantas poleas y hombros —, dice Apolo a quien le toca conmigo en el gimnasio, por ser la misma disciplina.

—A mí también, pero en parte es por el circuito —recuerdo.

—Sí, ustedes hicieron el mejor tiempo y me pareció ver a alguien, forzándose más de lo necesario —habla Apolo.

—¿Ah? —Pregunto sin entender mucho.

—Madisson —dice riendo un poco —. Esa chica se iba a despedazar, por la rapidez que llevaba.

—Supongo que si —replico, Apolo es un buen chico, tiene 16 y es un poco más bajo que yo.

Al salir del gimnasio me despido de él y del entrenador a quien ya conocí, y me dirijo a la cabaña, me doy una ducha, hablo con Noah y nos vamos a la fogata en el patio central.

Al llegar noto lo bien distribuido que esta, en medio la fogata, alrededor varios troncos de madera, en los que se sientan de a 4 personas. Los profesores están por todo el lugar, tal vez cuidando que no pase nada malo.

Me siento con Noah y otros chicos que no conozco en la primera hilera, puedo ver a Madisson en la segunda, está hablando animadamente con Sarah y con quien creo que es Jacob, pero decido quedarme quieto, ya han pasado muchas cosas y si no la quiero molestar, debo estar más tranquilo.

—Michael, ellos son Orlando y Fernando, los gemelos —me presenta Noah a sus compañeros —, también son de béisbol —con eso se gira hacia ellos —. El, es mi compañero de cabaña, natación y es un buen chico.

Saludo a ambos y comenzamos a hablar, son graciosos y parecidos a Noah. De pronto mi vista viaja inconscientemente a esa segunda hilera y puedo ver a Madisson siendo abrazada por Sarah, creo que tiene frio, veo a Carlos que está a su lado y me ha atrapado en mi embelesamiento, me hace un ademán, para que me acerque y sin pensarlo mucho voy para allá.

—Ey, creo que deberías darle tu chaqueta, está temblando desde hace rato —me dice luego de saludarme —, y tienes que dejar de verla así, eres muy evidente —, suelta una pequeña risa.

Yo solo asiento mientras rio y me le acerco, Jacob se ha ido y Sarah está hablando con alguien a su lado. Me quito la chaqueta y sin más se la pongo alrededor. Aun no me ha notado, por un momento solo se relaja, pero luego me ve, se tensa y me devuelve la chaqueta.

—Solo quería ayudar —le digo encogiéndome de hombros.

—Te dije que no quiero tu ayuda —habla, pero ni siquiera me ve a la cara —. Si en serio eres tan servicial, busca a Jacob y dile que me traiga mi chaqueta.

La verdad no me extraña, por lo poco que sé, todo sobre ella es así, difícil, me levanto y veo que viene quien creo que es su amigo, me le aproximo —. Hola, soy Michael —le ofrezco mi mano y el, la toma.

—Jacob.

—Le ofrecí mi chaqueta a Madisson y dijo que mejor buscaras la suya —él solo ríe.

—Disculpa su actitud, ella es así con todos...¿Tú eras el del circuito? Buen trabajo —. Estrecha mi hombro y luego camina hacia las cabañas, supongo que por la chaqueta.

No tengo nada más que hacer, por aquí así que me voy con Noah.

—Oye, enserio debes explicarme que está pasando —susurra, sin que los demás se den cuenta.

—Más tarde.

Pasamos el resto de la noche, comiendo cosas que traían de la cafetería, algunos cantaron, otros bailaron y todos disfrutamos de una noche en paz, para luego comenzar el ajetreo y el estrés de las practicas. A las 8pm, los entrenadores nos mandan a dormir, después de caminar Noah y yo llegamos a la cabaña, nos sentamos y le cuento todo.

—Cielos, no pensé que ella llegara a hablar tanto con alguien —recalca luego de reír, Noah me inspira confianza, así que no tengo problema en decirle la verdad.

—Pero igual creo que me odia, no lo sé, me habla y luego no me puede ver a la cara —, explico encogiéndome de hombros.

—Ella no te odia, o tal vez te odie menos que al resto —dice luego de pensar un poco —. Como sea, le agradas, al menos un poco. Lucas intento algo con ella la primera vez y ni le miró, así que creo que vas por buen camino, si eso es lo que de verdad quieres... Solo debes saber que existen límites y momentos en los que te debes alejar.

A decir verdad, no lo sé, me atrae y me resulta interesante, pero me gustaría conocerla, solo que creo que ese trabajo no será tan sencillo.

—La noche te pone profundo —, río—. Está bien.

—Descansa Michael, mañana comienzan los entrenamientos —, dice con un instinto paternal.

Yo confirmo y concilio el sueño apenas cierro los ojos.

Jugando por Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora