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Sanem

"Bis, bis, bis... nosotros, nosotros, nosotros. No digas que ahora Sanem.
Si todo hubiera sido tan especial entre nosotros Sanem no habría pasado nada Sanem.
Ahora eres como cualquier otro para mí".

Aquellas palabras habían sido un puñal infligido con violencia en mi corazón, había depositado mi confianza en él cuando me había prometido un día que no dejaría que nadie volviera a llamarme "El Otro".

Ahora está aquí gritándome, con todo el aliento de su garganta, que soy la otra que no es más especial para él que cualquier otra.
¿Es posible que el gran amor que decía sentir por mí no haya pasado ni siquiera la primera prueba a la que se le sometió?
¿Es posible que diga que todo ha terminado sin siquiera intentar escuchar mis razones o tratar de entender mi punto de vista?

No reconozco el albatros del que me enamoré en este hombre enfadado, que me aferra brutalmente a los brazos, que toma mi cabeza entre sus enormes manos para gritar palabras llenas de resentimiento ante mi desconcertada cara.

Me tiemblan las manos de incredulidad y decepción por lo que está ocurriendo, una vez más me he equivocado, he ocultado una verdad que debería haber sacado a la luz desde el principio, pero de nuevo estaba seguro de que el resultado habría sido el mismo.
Can habría tenido exactamente la misma reacción, seguiría excluyéndome de su vida, a pesar de que hice lo que hice precisamente para permitirle vivir esa vida como un hombre libre.

- Nosotros, aquí.... esa noche en la cabaña... si es que hay consecuencias....-.

- No te preocupes Can, ya sé que no hubo consecuencias, no te preocupes.
Puedes irte tranquilamente a los Balcanes con Polen, huir de todos y de todo como siempre has hecho hasta ahora en tu vida, no tienes que preocuparte de nada -

-No voy a ir con Polen, yo...

- Hoşçakal, adiós Can-

Me doy la vuelta y camino por el sendero como si estuviera en trance, no puedo darme cuenta de que todo esto ha sucedido realmente.

Una figura en la oscuridad del camino me hace saltar, es Polen que ha estado escuchando a escondidas hasta ahora para disfrutar de los gritos que Can ha lanzado contra mí y vengarse.
La miro sin hablar.

- Pensé que esperaría a que salieras de Sanem para hablar con Can sobre los preparativos de nuestra inminente partida -.

No le contesto, sigo caminando dejando la cabaña presa de la angustia y la más profunda desesperación, ya es tarde y en ese lugar aislado es imposible encontrar un taxi.

Intento llamar a la compañía para que me den uno, pero allí arriba no siempre cogen el teléfono, así que me veo obligado a caminar un buen trecho hasta el lado de la carretera de la montaña, ni siquiera me doy cuenta del tiempo que ha pasado, sólo me concentro en poner un pie delante del otro y alejarme de ese lugar.

Mi mente es un remolino ininterrumpido de "qué pasaría si", "tal vez", "quién sabe", mientras en un rincón de mi mente me doy cuenta de que aparentemente pasará la noche en la cabaña con Polen.
Mientras estoy formulando ese pensamiento, mi pie pierde el agarre con el suelo resbaladizo a ambos lados del camino y me encuentro rodando por la pendiente hacia el bosque de abajo. La suciedad y los arbustos me arañan la cara y las manos, mientras que los jirones de mi ropa son desgarrados por las zarzas. Mi caída es interrumpida bruscamente por un fuerte golpe de mi pecho contra el tronco de un árbol.

Lucho por levantarme dándome cuenta de que evidentemente me he torcido la muñeca en un intento de agarrarme a algo y detener la caída, siento un dolor terrible y me veo obligado a sujetarla con la mano para aliviarme, mientras el golpe contra el tronco me ha dejado sin aliento. Me esfuerzo por subir la pendiente del acantilado sujetando al mismo tiempo mi mano sana en el costado y mi muñeca dolorida. Vuelvo a la carretera, mis manos siguen temblando pero finalmente consigo llamar y conseguir un taxi que me lleve a casa.
Me meto en silencio y me encierro en el refugio seguro de mi habitación, donde por fin puedo soltar las lágrimas que me apremian desde hace horas y dar rienda suelta a mi tristeza y a mi profunda decepción.

Paso la noche en vela como en una larga pesadilla interminable, la primera luz del amanecer me encuentra acurrucado en la cama dolorido y agotado después de haber derramado todas las lágrimas que es humanamente posible derramar.
Cuando empiezo a oír que la casa se despierta, la voz de mi madre bajando las escaleras para ir a hacer el desayuno, mi hermana entrando en el baño para prepararse para el trabajo, me repongo del estado de postración que me ha abrumado durante la noche, me digo que quizás me he dejado subyugar por la autocompasión.

Me siento en la cama con dificultad, impulsada por un débil sentimiento de esperanza, tal vez después de una noche de descanso su ira se haya calmado y me permita hablar y explicarme.

Retiro las sábanas impulsada por un nuevo sentimiento de optimismo, sí debe ser así, estoy segura de que hoy podremos hablar y aclararnos, debe ser así, no puede acabar todo así entre nosotros, nos queremos y podemos superar cualquier malentendido. Me cuesta moverme por el dolor en el pecho y mi muñeca está hinchada y definitivamente me duele, noto algunos arañazos profundos en mis manos y me acerco al espejo sólo para comprobar que también tengo varios roces en la cara, por suerte menos profundos.

Me levanto la camiseta del pijama y veo que tengo un gran moratón donde me golpeé con el tronco del árbol. Me rocío con una pomada calmante, me vendo la muñeca e intento enmascarar las marcas de la cara con una base de maquillaje.

Me preparo para ir a la agencia confiada en este nuevo día, siento que si puedo hablar con él puedo hacerle entender que lo que hice sólo lo hice por amor, tengo que creer que funciona, tengo que creer en la fuerza del amor que compartimos, tengo que creer en él lo suficiente para los dos.

Una oportunidad para volver a amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora