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Jungkook

Nunca he destacado en muchas cosas, bueno, de hecho las cosas que se me dan bien se pueden contar con los dedos de ambas manos. Y cocinar nunca ha sido una de ellas.

No soy como Taehyung, no llego a ese grado de torpeza. La verdad es que con él es divertido hacer cualquier tipo de actividad, su torpeza, sus gritos, sus berrinches... Es genial y divertido. Cuando lo conocí tuve la impresión de que era un chico serio, y es que su rostro cuando se lo propone se endurece de forma intimidante. Pero él es como un cachorrito encerrado en un cuerpo (más bien en un rostro) serio y, para qué mentir, extremadamente atractivo. A pesar de eso, se comporta como un bebé. Sus pucheros son tiernos y sus sonrisas simplemente perfectas...

Pero creo que me desvío del tema.

El caso es que no, no soy como él, no soy tan torpe (y es algo que agradezco, porque si no sería otra cosa que añadir a la lista de mis defectos e inseguridades). Pero la cocina no es algo que me llame la atención.

Soy el típico chico que siempre que quería comer, bajaba a la cocina, abría la nevera y siempre estaba ahí mi salvación, el ramen. Tampoco es que me fascine, pero básicamente me he alimentado de él. O de botes que se meten en el microondas y cinco minutos después, estaba listo para comerlo.

Es decir, ámbitos culinarios no tengo, que se pueda decir.

Y las personas con las que me encuentro ahora puedo asegurar que tampoco.

¿En qué momento se ha armado tal caos?

–Por favor...

–¡Te he dicho que no, Tae!– grita Jimin, claramente, frustrado. –No cortarás las verduras, quiero que conserves ambas manos y con todos los dedos en su sitio.

–De todas formas no entiendo por qué cortas verduras si estamos haciendo pizza– dice bajo el peligris, inflando las mejillas, desconforme.

–¡Es una pizza saludable!– contesta brusco. Se encuentra cortando con Taehyung básicamente hablándole al oído. Yo estoy en la encimera, demasiado ocupado con la masa que mancha mis manos y toda la tabla en la que se supone que debe mantenerse.

Me sobresalto cuando Jimin me habla.

–¿Cómo va la masa?– yo sólo me pregunto cómo puede ser que Yoongi siga dormido en el salón a pesar de los gritos.

–Hmm... ¿Bien?– digo, inseguro. Jimin alza una ceja.

–¿Bien? Creo que no suenas muy convencido... ¡Ya, Tae, deja de correr y ayuda en algo!

–Uh, hyung... ¿Es normal que se me pegue a las manos?– pregunto un tanto asqueado. Alzo las manos para mostrar como la masa se me queda pegada a ambas palmas. Jimin hace una mueca.

–Prueba a poner harina– se encoge de hombros. Evito mi impulso de llevarme la mano a la cara, más que nada porque me llenaría de masa.

–¡Yo te la llevo!– grita Taehyung de inmediato. Apartándose de Jimin y alzándose sobre las puntas de sus pies para rebuscar en el mueble. Agarra el paquete y lo abre con algo de torpeza para después correr hasta mí...

O eso hace hasta que tropieza con sus pies y cae sobre mi cuerpo, manchándome de harina de pies a cabeza.

Por la brusquedad, pierdo el equilibrio y en el intento inútil de no caer, me agarro a la tabla de masa que sobresale de la encimera, tan solo consiguiendo que la masa salga por los aires, y la tabla caiga conmigo.

Caemos ambos al suelo, Taehyung alza la cabeza hacia mí. Yo tan solo suelto un estornudo, que provoca una nube de harina. Tae hace una sonrisa extraña.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora