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Jungkook

El matrimonio de los Jeon es una pareja que se conocieron una noche de borrachera en una discoteca cualquiera, cuando él tenía veinte y ella tan solo dieciocho. Nunca supe mucho de su historia, casi todo oído de las bocas de amigos o conocidos, todo lo que sé es que, de alguna forma (y después de varios encuentros sexuales), decidieron establecer una relación amorosa, que, por lo visto, los primeros años fue relativamente bien.

Resultó ser que, justo por ese entonces, ambos se encontraban centrados en sus respectivas carreras. Mientras ella estudiaba arduamente derecho, con el intenso sueño de poder ser una gran jueza algún día; él estudiaba medicina. Nunca llegué a saber en qué campo de especializó, pero no le doy mucha importancia.

Sobrellevaron muy bien la relación, a pesar de estudiar en lugares un tanto lejanos y de que los exámenes eran constantes obstáculos. El caso es que, apenas un año después de conseguir terminar sus estudios, descubrieron, con una mezcla de sorpresa y alegría, que ella había quedado embarazada. El nacimiento de Junghyun no fue ninguna clase de problema a sus vidas. Acababan de empezar a trabajar, ambos parecían conseguir sus metas poco a poco.

Mis abuelos fueron los que se encargaban de Junghyun cuando era necesario.

La familia Jeon cogió algo de fama por ello, dos padres jóvenes, que, a pesar de todo, habían conseguido la familia soñada de corea: con estabilidad, un buen matrimonio, y un educado y lindo hijo. Una amorosa y ejemplar familia proporcionada y feliz.

Fue cuando Junghyun tenía cuatro años que a mis padres les llegó la noticia de que mis abuelos habían muerto en un accidente de coche (sí, yo nunca los llegué a conocer), y ambos necesitaron pedir tiempo libre a turnos en sus trabajos para cuidar a mi hermano bastantes veces.

Las cosas se torcían pasito a pasito, pero mis padres siempre fueron obstinados, y no se dejaron llevar por la urgencia.

Ella era una mujer estricta y de mente estrechamente cerrada, sabía lo que pensaba y no estaba dispuesta a dejarse vencer o dar la razón a alguien que no compartiera su punto de vista. Una mujer que se esmeraba en ser un ejemplo a seguir de una forma casi dictadora, por lo cual ya había empezado a criar mal a su hijo inconscientemente, aún este teniendo menor de seis años. Tenía la intención de hacerlo el hijo perfecto, así como ella siempre quiso serlo.

Mientras tanto, mi padre, era un hombre similar a ella, pero algo más brusco. Alguien imponente e intimidante, de comportamiento áspero. Sin embargo (y no sé cómo), se ganó su fama de buen padre, y nadie parecía dudar de que él fuera una mala persona. Cuando en el fondo él no era más que un hombre que recurría a la agresividad y al descontrol cada vez que algo se le iba de las manos.

De formas diferentes, ambos eran iguales: con la necesidad de mostrar cosas que en realidad no eran, porque los dos estaban obsesionados con tener el control sobre todo de forma enfermiza.

Tal vez por eso congeniaron tan bien, no lo sé. Cosas de locos.

El caso es que ninguno de los dos pensó en ningún momento que algo pudiese salir de sus planes de vida (ya que esa era su única mentalidad), y entonces...

Llegué yo.

Inesperadamente, según me contaron, producto de un condón roto, o de una lujuriosa y descontrolada noche apasionada ahogada en alcohol y desmadre, nunca lo supe exactamente.

Pero fue un error.

Eso me dijeron desde pequeño: que ya mi simple existencia era un error, y que nunca fue deseada, y aunque eso realmente no era mentira, tampoco era realmente la verdad, porque ni siquiera fue mi error.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora