46

406 25 3
                                    

Jungkook

Mis pasos hacen eco en mis oídos, los escalones desaparecen de mi campo de visión cuando mis pies los sobrepasan, y, centrándome solo en cada escalera subida sin mirar al frente, de repente el ascenso hasta el apartamento se me antoja casi infinito.

Mi mente, sin embargo, está bastante lejos. Tal vez en los sucesos que acontecieron esta mañana, tal vez en mi cama, con ganas de dormir... No estoy seguro, pero me siento levemente ausente. Más incrementa esa sensación cuando, al llegar a casa y dejar mis cosas en la puerta, no oigo la voz de Yoongi regañando a Jeongin por cualquier travesura que ha hecho. Como si la estancia estuviera vacía, el silencio, después de mucho tiempo, me resulta asfixiante y extravagante.

Cuando finalmente se oye un grito, puedo volver a respirar.

—¡Jungkook hyung!— por una de las puertas del pasillo aparece el pequeño niño de ojos achicados por una gran y adorable sonrisa que marca un par de hoyuelos en sus regordetas y adorables mejillas. Lleva ambos bracitos alzados al cielo y sonriendo inconscientemente, correspondo al gesto, recibiéndolo entre mis brazos como si ambos lleváramos años sin vernos.

—Hola, pequeño renacuajo— digo con cariño, revolviendo su pelo corto con mi mano. Él esconde su cara en mi hombro, gimoteando en un berrinche.

—¡No me llames así!—lloriquea, haciéndome reír con ternura.

—Está bien, disculpa— acepto mientras lo bajo de nuevo al suelo. Miro a mi alrededor y frunzo el ceño—. Jeongin, cariño, ¿dónde está Yoongi hyung?— pregunto. El niño se alza de hombros.

—Cuando le llamasteis se puso furioso— explica con inocencia—. Me dejó la comida preparada y me dijo que tal vez no volvería antes de que llegarais.

—¿Se fue y te dejó aquí?— pregunto desconcertado. El chiquillo asiente, casi con timidez—. ¿Entonces has estado aquí solo todo el rato?— cuestiono de nuevo.

No sé si hubiera sido mejor que asintiera, pero sentí vértigo al ver que negaba. ¿No había estado solo? ¿Cómo era eso posible? Yoongi se había ido de casa, Felix estaba trabajando, Jimin había acompañado esa misma tarde a una sesión con un psicólogo a Taehyung y yo... Yo acababa de llegar. Ciertamente, sentí terror.

—¿No has estado solo en casa? ¿Quién ha estado aquí?

—Sigue estando, hyung. Hay una mujer en el salón— contesta. Sentí el color abandonar mi rostro.

—¿Cómo ha llegado hasta aquí?— pregunté alterado, agarrándolo en brazos.

—Yo la abrí— admite, algo asustado—. Ella decía que te conocía, hyung.

—Igualmente, Jeongin, nunca debes abrir la puerta a alguien que no conozcas cuando estás solo. ¿Felix nunca te lo había dicho?— regaño, avanzando cauteloso hasta el salón, con el corazón presionado en mi pecho. El niño niega apenado, con un pequeño puchero.

Con precaución, me asomé al interior... Y escudriñé el cuerpo de la mujer sentada en el sofá, que ciertamente parecía inofensiva. Al percatarse de nuestra presencia, se levantó con urgencia de su sitio y nos dedicó a ambos una venia casi horizontal de forma educada. Llevaba una camisa blanca abrochada hasta casi el último botón, con corbata roja alrededor de su cuello, una chaqueta negra de traje y una falda casi por la altura de las rodillas algo ajustada del mismo color. Unos bonitos tacones de cuero oscuros decoraban sus pequeños y casi delicados pies, consiguiendo resaltar así su piel pálida y cuidada. Su rostro era bonito y natural. Sus ojos eran muy grandes, saltones y parecían expresivos, delineados a la altura de sus pestañas superiores. Sus labios estaban levemente pintados de un poco notable rosa, que hacía brillar sus belfos. Era una mujer de porte elegante y recto, aunque la sonrisa risueña en sus labios desprendía amabilidad pura.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora