28

545 52 5
                                    

Jungkook

Mi pasos son inseguros y vacilantes, el camino hasta la mesa a una esquina del lugar se me hace eterno, trato de tranquilizarme y me digo a mí mismo que no hay motivo por el cual deba estar tan agitado. Siento las miradas de mis amigos en mi nuca, pero no me giro hacia su dirección, porque sé que entonces me daré por vencido y daré media vuelta, y no quiero eso. Mis pies son impulsados por mi necesidad de aclarar las cosas, por eso no me detengo, hasta que llego a su lado en silencio.

Cierro los ojos en inhalo hondo, aprovechando que tiene la cabeza baja y la mirada clavada en su café, de forma silenciosa y cuidadosa, ocupo la silla vacía justo en frente suya. Lo observo unos instantes, pensando que de esa forma parece una persona tranquila, casi inofensiva, como si nunca se hubiera esmerado en hundir otras vidas. La imagen es lúgubre, e incluso estremecedora, conocerlo, saber cómo es, o como se ha esmerado en ser, y verlo ahí, completamente solo, pareciendo no necesitar ayuda de nadie pero a la vez gritar de forma muda por alguien que lo comprenda.

Creo que desgraciadamente, ese soy yo.

–Jungkook– susurra de repente, su voz me estremece y hace que me tense en mi sitio, ni siquiera me pregunto cómo es que se ha dado cuenta de que estoy ahí y además que soy yo, si ni siquiera ha levantado un poco la mirada. Salgo de mi cortocircuito y estado de sorpresa poco después. Me tomo lo dicho como un saludo, me esfuerzo en sonar firme cuando con un leve inclinamiento de cabeza, respondo.

–Hola, Felix– digo de vuelta. Veo bajo su flequillo de mantos dorados sus labios estirarse, formando una sonrisa de incertidumbre que pretendía ser socarronería, fracasando estrepitosamente. Aun así, no hace nada más que agarrar entre ambas de sus manos el café, llevándolo lentamente hasta su boca para dar un sorbo tranquilo. Yo solo le observo, analizando cualquier gesto o expresión que pueda delatar algo de lo que siente, nada yendo más allá del cansancio, hastío, y rastros de dolor reprimido. Intenta aparentar estar bien y normal como siempre, pero tampoco se esfuerza como para esconderse de verdad, y por un momento me cuestiono interiormente si es siempre así o solamente ahora, conmigo. Porque de alguna forma ambos sabemos, tras la charla de hace bastante en el baño de este mismo local, que ambos estamos mal, yo por su culpa, y él por motivos privados. Quién sabe, tal vez el karma ha hecho de las suyas o tal vez solamente es una desgracia que siempre ha estado ahí, pero que nunca ha recobrado la auténtica pesadez como para tenerlo en este estado hasta ahora.

Todo ello son preguntas que tengo en mente y que planeo sean contestadas ahora.

–Bueno, ¿puedo saber para qué te has molestado en hablar conmigo?– pregunta con algo de dureza, alzando sus ojos felinos en mi dirección, haciendo que pueda notar sus ojeras. Salgo de mis lagunas mentales sobre temas sin solución y me pierdo en sus ojos, sintiendo algo desagradable brotar en mi estómago, pero no aparto la mirada, entre la oscuridad de sus pupilas puedo ver ese brillo que se hace notar en las personas que viven reprimidas por algo que pesa demasiado para poder cargarlo solo en sus hombros.

Lo sé porque yo mismo he tenido ese brillo durante mucho tiempo, y casi puedo llegar a sentir lástima por él, pero no llega a nada más, o eso quiero decirme a mí mismo, pero si solo fuera simple pena no estaría aquí ahora mismo. Tal vez en el fondo sí quiero ayudarlo, aunque no sea capaz de pensar en él de otra forma que no sea un imbécil acosador.

Me trago mi orgullo interior y mis pensamientos los aparto a un lado, sabiendo que de esta forma no seré capaz de entablar una conversación en condiciones, ahora dándome cuenta de que no sabía exactamente qué es lo que quería decir. Resolver mis dudas que me incluyen a mí, a pesar de que sea de forma indirecta, y claramente sobre su persona... Aunque es bastante obvio que visto de esa forma no conseguiré nada más allá de que me mande a la mierda. Por eso pienso rápido para encontrar una forma de iniciar todo de forma aparentemente casual.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora