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Desabrochó el nudo a su espalda baja y deslizó el pequeño delantal fuera de su cuerpo, el cual rezaba el nombre del local a la altura derecha del pecho. Se esmeró en doblarlo, no fue capaz, pero igualmente lo dejó sobre la superficie del banco de madera a una esquina de la estancia.

Suspiró, una sonrisa satisfecha y orgullosa tiraba de sus comisuras.

-Siento que tengas que usar ese ridículo delantal- la voz de Hoseok le hizo volverse hacia el mencionado. El chico de pelo revuelto, ahora pelirrojo (teñido hace apenas unos días) se rascaba la nuca-. Sé que es horrible, pero es lo único que tenemos hasta que llegue el uniforme oficial del trabajo.

-Está bien, no te preocupes- rio al ver la mueca que formó Hoseok.

-No me preocupo, hombre, pero sé sincero. Tuve que llevar ese maldito delantal durante mis primeros días trabajando aquí y, ugh...- le recorrió un cómico escalofrío. -Había una comisura que me rasgaba la cadera y me quedaba puñeteramente pequeño. Por no hablar de que es ese típico delantal que se pone la abuelita solitaria de ochenta años, obsesionada con los gatos que siempre da mal rollo en las pelis de miedo. Es horrible, Felix.

El rubio soltó una carcajada por sus exageradas expresiones.

-La verdad es que de todas formas, me gustaría agradecerte, por darme trabajo y eso...

-No debes agradecer, es algo que haría cualquiera- sonríe ruborizado. Felix niega.

-Me conseguiste el trabajo, hasta convenciste al jefe para ello.

-Bah- Hoseok sacudió las manos, como restándole importancia, a pesar de que una deslumbrante sonrisa se adivinaba en su rostro-. ¡Oh, casi lo olvido!- repentinamente se gritó a sí mismo. Se volvió y abrió uno de los cajones de un mueble a una esquina. Rebuscó unos momentos y, cuando se volvió de nuevo hacia Felix, lo hizo con un sobre en la mano. Se lo tendió al pequeño.

-¿Qué es eso?

-Tu paga, estamos a final de mes, ¿no lo ves?- dijo con obviedad. Los ojos de Felix se abrieron desmesuradamente.

-Pero... Apenas llevo medio mes trabajando aquí...

Hoseok se encogió de hombros y sacudió el objeto en su mano para indicarle que lo agarrara, tenía una sonrisa traviesa en los labios.

-Bueno, puede que haya conseguido algo más que tu contrato- insinuó.

Al rubio le brillaron los ojos cuando el sobre finalmente cayó entre sus manos, pero igualmente, vaciló.

-¿Seguro que no hay problema en que lo coja?

-Por favor, hazlo. No seas maleducado y rechaces lo que te da tu hyung- regañó el pelirrojo, alzando su dedo. Después lo miró con ternura-. Sé que necesitas ese dinero. Además, este lugar se vende muy bien, estando frente a la universidad. Y tampoco es que haya muchos trabajadores entre los que compartir las ganancias. Una chica se fue cuando le ofrecieron otra cosa mejor hace un mes y medio, ahora solo quedamos el jefe, una compañera, yo... Y ahora tú. No nos duele darte la paga mensual completa.

Los ojos gatunos de Felix casi se llenaban de lágrimas de emoción, acarició el papel con las puntas de los dedos. No podía dejar de imaginarse lo feliz que sería Jeongin cuando se enterara de sus progresos. Necesitaba alegrar la pobre vida de su hermano, aunque tuviera que sacrificarse para ello.

Abrazó el sobre contra su pecho.

-Gracias, Hobi hyung, muchas gracias. Yo...- no pudo contenerse más, y se encontró a sí mismo abalanzándose sobre el contrario para abrazarlo estrechamente.

La despampanante risa risueña de Hoseok se hizo oír al instante, el mayor palmeó levemente la espalda del rubio, satisfecho de haber podido alegrar el día de alguien.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora