Epílogo

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Seis años después.


Jungkook

—¿¡Queda algo más por ahí!? —alguien exclama.

Expulso aire bruscamente, el sudor cae por mi frente mientras aferro mis dedos a los bordes de las dos grandes cajas de cartón que cargo entre mis brazos. Avanzo a pasos pequeños, subo muy, muy lentamente la cuesta hasta el camión y en cuanto estoy arriba, las dejo caer al suelo. Algo en el interior de una de las cajas suena bastante mal, como si algo se hubiera golpeado peligrosamente. Pero yo apenas tengo tiempo de coger aire, y me reposo sobre mis rodillas.

Paso la palma de mi mano sobre mi frente sudorosa.

—¡Eso ha sonado a roto! —oigo a alguien chillar a mi espalda.

Me giro, fulminante, y observo la forma en que Taehyung se acerca por la acera hasta el camión en el que estoy. Mi expresión es molesta, pero lo cierto es que, en lo único que pienso, es en lo atractivo que se ve con esas gafas de sol puestas, junto a esa camisa que deja al descubierto su estómago hasta el ombligo y esos pantalones cortos. Solo le faltaba el sombrero de paja para parecer un niño mimado.

—Tal vez si me hubieras ayudado un poco... —farfullo con reproche, bajando de un salto del vehículo para dar unos pasos en su dirección.

Taehyung es el que llega hasta mí, me mira de arriba abajo y, mordiendo su labio inferior, lo primero que hace es llevar sus manos hasta mis brazos descubiertos por una camiseta blanca de tirantes. Aprieta entre sus dedos mi piel con una sonrisa socarrona, mientras niega con la cabeza.

—Pero mira qué músculos... Para algo deben servir —se excusa—. Haz que los dos años que te pago en el gimnasio valgan la pena, precioso.

Me guiña un ojo coqueto, y yo ruedo los ojos. Por mucho tiempo que pasara, nunca cambiaría.

—Eres un manipulador—lo acuso.

Pero su única respuesta, es un pequeño beso en mi mejilla. Después, va hasta la parte delantera del camión, el cual tiene un gran logo marcado en su parte central.

—¡Venga, ya nos están esperando allí, llegamos tarde! —grita con suficiencia, y cierra la puerta cuando ya se ha acomodado en uno de los asientos.

Me lo quedo mirando, he de admitir, que me quedé embobado como un tonto, con una sonrisita igual de tonta. Fue otra voz la que me sacó de mi estado.

—Señor, entonces... ¿Esto es todo?

Me vuelvo hacia un hombre de mediana edad. Algo regordete, pero con unos brazos fuertes. Una barba a medio crecer, y con una calva tapada por el gorro de su uniforme, acorde a su peto color azul claro (que tiene el mismo logo que se dibuja en el camión), acompañado de una camiseta blanca simple.

—Claro —asiento—. Está todo, vamos.

Siguiendo al hombre, ambos también entramos en la parte frontal del gran vehículo, donde había tres asientos y en uno de los bordes, ya se encontraba Taehyung, mirando su teléfono distraídamente. Parecía algo irritado.

Me siento a su lado y, para llamar su atención, le quito las gafas de sol que reposan entre sus cabellos rizados, que hace poco se tiñó de rubio. En el proceso, no puedo evitar enredar un poco mis falanges en su pelo. Me encanta el resultado.

Taehyung me miró de reojo.

—¿Qué pasa, ángel? ¿A qué viene esa cara? —pregunto suavemente, mientras el hombre calvo a nuestro lado enciende el motor.

—Nada —murmura entre dientes, con un mohín en sus labios en forma de corazón—. Yoongi ya está jodiendo, nos está metiendo prisa —se queja.

Yo no puedo evitar una carcajada. Le arrebato el móvil de entre los dedos y, tras apagarlo, lo guardo en mi bolsillo trasero. Él no se queja.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora