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Jungkook

–Hyung, eso es extraño– digo arrugando la nariz, mirándolo, mis ojos destilando admiración tintada de un fingido asco hacia su dirección. Mas cualquier rastro de repulsión se pierde cuando se gira hacia mí, masticando adorablemente, con las mejillas llenas inflándose, algo sonrojadas por las temperaturas algo calurosas en los últimos días y los labios manchados. Aún así, lo examino con precaución, acercándome para agarrar su rostro entre mis manos y así limpiar la comisura de su labio con cuidado con mi pulgar. Él cierra los ojos ante el tacto, y siento ese natural cosquilleo que me provoca cada vez que corresponde a mis caricias. Cuando aparto mis manos me mira con los ojos abiertos, mientras traga sonoramente. Frunzo el ceño y seguidamente alzo una ceja, sin apartar mi vista de él. – ¿Estás seguro de que eso es comestible?

Mi voz suena algo desconfiada. Taehyung pone los ojos en blanco y me da la espalda de nuevo, moviendo la mano para quitar importancia a algo no muy definido. Suelta balbuceos bastante tiernos a mis oídos mientras rebusca entre las ramas del gran arbusto delante de nosotros agarrando los pequeños frutos colgados por estas.

–Solo son moras, Jungkook, no voy a morir intoxicado– dice despreocupado, agarrando una mi mirándola entre sus elegantes dedos unos segundos antes de llevarla a su boca y degustarla con gusto. –Saben tan bien... ¿De verdad no quieres probarlas?– pregunta. Lo miro, haciendo una mueca extraña y él ríe un poco por mi expresión.

–No morirás intoxicado, Tae, pero lo mismo una diarrea...

–Puede ser– se encoge de hombros. Mi rostro se ladea confuso y lo miro como si fuera un extraño. Cabe decir, que, yo nunca he estado acostumbrado a esta clase de alimentos, no he podido apreciar mucho lo que es el campo en general durante mi vida, al fin y al cabo, no es mi culpa que no termine de fiarme de todo eso. –Pero llevo comiendo esto durante años, Jungkook, los frutos cogidos de los árboles directamente, si sabes escoger bien, tienen un sabor mucho más dulce, o ácido, depende del fruto... Y saben mejor. Aunque sí es cierto que a veces mi estómago no se lo toma tan bien– lo último lo susurra con timidez, rascando su nuca con nerviosismo.

– ¿Si sabes que al día siguiente o horas después te dolerá la tripa por qué los continúas comiendo?– pregunto, acercándome hasta quedar a su lado.

–No lo sé– se encoge de hombros. Mueve un poco la cabeza para mirar entre las ramas, moviendo sus manos con sutileza y agarrando las diferentes y pequeñas frutitas que cuelgan con gracia–. Supongo que merece la pena–. Las deja en las palmas de sus manos y las mira unos instantes, después agarrando una y girándose hacia mí. En un movimiento rápido, y antes de que yo pudiera negarme, planta el fruto en mis labios, los cuales sello con fuerza al instante en el que comprendo sus intenciones. –Venga Kookie, abre esa boquita– canturrea divertido, presionando la mora contra mis labios y sonríe divertido al verme cerrar los ojos con fuerza y negar con energía.

–Mh– digo negativamente. Aun con los ojos cerrados elevo una de mis manos y mis dedos aprietan su muñeca para intentar alejarlo, comenzando un pequeño forcejeo entre ambos.

– ¡Venga, Jungkook, merecerá la pena!– ruega a gritos completamente descuidados, tampoco es que tenga que cuidar su tono, estamos completamente solos en las afueras (bastante lejanas) del centro de la ciudad. Vuelvo a negar de nuevo, tampoco abriendo mis ojos, como si temiera que abriéndolos sucumbiera a él por alguna magia oculta. Pero esto no sirve de mucho cuando los movimientos cesan de golpe y baja sus manos, dejándome confuso unos momentos–. Confía en mí– me paralizo al notar su aliento en mi oreja, mis ojos permanecen cerrados, completamente bloqueado al notar su respiración contra mi mejilla y de forma inconsciente mi boca de entreabre con sorpresa. Al instante cuela la mora entre mis labios. – ¡Bien!– exclama feliz, aplaudiendo escandalosamente.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora