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Taehyung

– ¿¡Te quieres dar prisa!?– grita Yoongi con impaciencia, dándose unos cuantos golpes en la frente contra el mostrador.

–Uh, ten cuidado, hyung, no vayas a quedarte listo– susurro. El pelimenta gira su cabeza hacia mí, aun apoyado sobre la fría cerámica de la barra y me dedica una mirada de advertencia. Formo mi habitual sonrisa cuadrada y alzo mis manos–. Está bien, tranquilo, controla la fiera de tu interior– bromeo.

–Eso intento pero Hoseok lleva más de veinte minutos lavando unos malditos platos– se queja el mayor de nuevo, frotando su rostro contra sus brazos ahora cruzados en la barra. Oigo su resoplido compactado contra su chaqueta y alza la cabeza para gritar en voz alta: – ¡Hobi estúpido, me van a poner una jodida multa por estar mal aparcado como no te des prisa!

– ¿Y se supone que yo soy el impaciente?– pregunto con ironía. La puerta a la cocina se abre y Hoseok se acerca a nosotros, limpiándose las manos en un trapo sucio mientras nos mira con chispas en los ojos.

– ¿Podríais callaros? No estáis en vuestra casa.

– ¡Pero si aquí no hay nadie ya! A este paso llegaremos a la discoteca cuando los emborrachados ya se les va la resaca– se queja. Hoseok sonríe burlesco.

–Pareces Taehyung– susurra. Yoongi al instante alza la mirada hacia el castaño y posiciona su mano cerca del rostro de este, negando con el dedo índice completamente escandalizado.

– ¡No, por favor!– grita horrorizado. Frunzo el ceño y los miro con reproche.

– ¿Y desde cuándo mi nombre es un insulto?– pregunto con aire dolido.

–Oh, cariño, todo tú eres un insulto– comenta Yoongi con sarcasmo. Suelto un bufido y me lanzo contra él para golpearlo, pero como era de esperar, agarra mis muñecas y me mantiene quieto en mi sitio a pesar de mis forcejeos–. Hobi, date prisa de una vez– pide fastidiado.

–Que sí, que ya estoy– dice. Tirando el trapo al fregadero de forma descuidada y saliendo de detrás de la barra. Yoongi y yo le miramos con una ceja alzada.

–Y ehm... Solo por curiosidad, ¿tienes pensado ir en delantal de cocina a una discoteca?– pregunto, apretando los labios para callarme una risa, y el mayor hace lo mismo. Hoseok suelta una risa falsa.

–Tu nombre es un insulto porque tú igual a tonto– explica como si tuviera dos años, y Yoongi a mi lado estalla en carcajadas ruidosas–. Y yo, idiota, no voy a ir así– dice con obviedad, quitándose el uniforme y dejándolo a un lado. Queda con una camisa blanca, que también es parte del uniforme. La dobla a la altura de sus codos y desabrocha los dos primeros botones, dándole un aura más casual y atractiva–. ¿Veis? Ya está.

–Eso es saber estar preparado– silba Yoongi, y yo afirmo de forma desinteresada, aún ofendido por sus constantes burlas hacia mi persona. El pelimenta se levanta de un salto y me agarra por los hombros, guiándome hacia la puerta–. Ahora vámonos. Si hay una multa en mi parabrisas cojo el dinero para pagarla de la caja registradora– advierte para apurar al castaño, que solo niega con la cabeza mientras cierra la puerta una vez hemos salido–. Aún tenemos que ir a casa a buscar a los demás niños– recuerda–. Así que vamos.

Con eso dicho, me suelta y se mete en el coche tras abrirlo. Yo me siento en el copiloto y Hoseok atrás. El coche arranca y el camino es silencioso. Observo por el cristal como Hoseok lo mira todo con curiosidad y alzo una ceja.

– ¿Estás intentando contar el número de pelusas que hay en el coche? No te esfuerces, son demasiadas. El cerdo de Yoongo nunca limpia el coche– digo. El castaño ríe un poco por mis palabras pero sacude su cabeza negativamente. Lo miro, ignorando la mirada asesina de Yoongi.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora