49

342 28 7
                                    

Taehyung

Habían pasado dos días, una noche, y dentro de unos minutos se cumplirían dos noches, desde que recibí la llamada.

Aquella llamada, que en algún momento había ansiado para saber algo de Jungkook, y que ahora no había hecho más que empeorarlo todo. Había sido todo tan breve y confuso, oír su voz tan rota parecía irreal. Haberle escuchado llorar tan desgarradoramente había sido lo peor, como si lo que intentara hacer fuera lo más doloroso que había hecho nunca.

Y vaya que si había dolido.

Sus palabras y la dificultad con la que las pronunció aún resonaban en mis oídos, tan claras que escocían mis ojos y contraían mi pecho.

Reflexionaba intensamente, a todas horas, a cada minuto, en él y en lo extraño que era todo aquello. Me costaba tanto que apenas fui capaz de contar lo sucedido a los demás, entre tartamudeos indispuestos y tragadas de saliva nerviosas. Yoongi había cerrado los ojos, herido; pude adivinar en Jimin ganas de llorar contenidas; Felix trató de no mostrar expresión, pero sus cejas se fruncieron en pena.

Pasó un día, la tarde siguiente, me convocaron en el salón, y trataron de hablar conmigo. Me reprocharon mi comportamiento y, como yo ya esperaba, trataron de aliviar una sensación incurable. Me dijeron que estaba ausente, que parecía yo, pero fuera de mí. Comía, hablaba... Pero de forma ida, como si lo hiciera con desinterés a todo.

Yo no negué nada, fácilmente se me podría comparar con una cáscara de nuez hueca.

Estaba ahí, se ve y parece normal... pero cuando la abres, está totalmente vacía.

Por el día me limitaba a distraerme, la cáscara me protegía durante unas horas en las que yo trataba de no sobre pensar demasiado.

Hasta que llegaba la noche. Entonces la cáscara se esfumaba, como si nunca hubiera estado ahí, el vacío interior se hace notar y los pensamientos que intento evitar a la luz del sol se me abalanzan encima como una ola que siempre termina empapándome.

Pensaba, lloraba, gritaba contra la almohada, me retorcía, pataleaba, y pensaba: pensaba de nuevo, una, y otra, y otra vez.

No podía dejar de hacerlo, analizaba todo lo sucedido constantemente, como si buscara desesperadamente una explicación que justificara lo que Jungkook había dicho.

¿Por qué? Era la pregunta que no me dejaba dormir. ¿Por qué Jungkook había hecho eso? ¿Realmente habíamos terminado? No lo asimilaba, era muy lejano. ¿Por qué Jungkook querría dejar de estar conmigo? Podría haber tantas respuestas a aquello: ya no quiere estar conmigo, algo está mal, habremos discutido, ya no me quiere...

Pero todo aquello no era posible con Jungkook.

Mi confianza era pleno en sus sentimientos, cuando se fue nada malo ocurría entre nosotros, y sé que él me quería como yo lo quiero a él...

Entonces, ¿por qué...?

Algo olía a sucio detrás de todo aquello, era como un balde de agua fría que amenazaba con caer sobre mí, pero no lo hacía, no lo quería asimilar, alguna explicación habría...

Pero, igualmente, dolía. Dolía mucho, diría que nunca antes nada había dolido tanto, desde la muerte de mi abuela.

"Mi pequeño Taehyung, no llores" su dulce voz se manifestó en mi cabeza de un momento a otro. Recuerdo verme a mí de niño, en ese momento yo lloraba por mi muñeco favorito roto. Ella me acariciaba el rostro con parsimonia. "No llores de más por las cosas que pierdes".

"¿Por qué?" había preguntado mi yo de cinco años.

"Cuando quieres algo, siempre debes aprender a dejarlo ir" explicaba la anciana.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora