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Taehyung

Llegaba tarde a mi clase, no es nada nuevo para mí y es que no sé cómo narices me las apaño, pero siempre termino llegando el último a todos lados.

Agarro mi mochila y cierro la taquilla, para comenzar a andar hasta mi clase tratando de no perderme porque aquella universidad era gigante y parecía un mismísimo laberinto.

A veces me arrepiento de haber venido a Seúl. Tenía curiosidad por saber cómo sería la ciudad, pero echo de menos a mi familia. A pesar de tener diecinueve años y soy bastante independiente, no puedo vivir solo más que nada porque bueno, soy tremendamente desordenado, mi casa independiente sería algo así como una concentración de enfermedades tropicales y desconocidas, eso el tiempo que me aguantara la casa, porque doy auténtica pena cocinando y bueno, ya casi quemo mi casa una vez, menos mal que mi padre estaba ahí para ayudarme.

Ese día tuvimos que cambiar las cortinas que terminaron siendo más bien cenizas.

Nací en Daegu, me he criado con mis padres y mis hermanos. Este año tuve que mudarme para comenzar a estudiar en la ciudad de Seúl, y menos mal, en realidad no estoy solo.

Convivo con mi mejor amigo de la escuela Jimin, y con su novio, Yoongi.

Ah, no sé si eso es mejor o peor a que yo viva solo.

Porque nuestra convivencia puede resumirse a la palabra: desastrosa. Yo soy el que desordena, Yoongi el que no hace más que dormir, y Jimin el desesperado por poner algo de orden.

Son muy cariñosos entre ellos, y yo paso gran parte de mi día en mi habitación solitaria, amo la fotografía y dibujar. Son mis pasatiempos. Me pongo música jazz, me encierro en mi habitación y no se me vuelve a ver por el resto de la casa hasta la mañana siguiente.

De ahí que Jimin me regañe por no cenar con ellos, y de ahí que me llame antisocial.

Y es cierto que desde que entré a esta universidad no he hablado con casi nadie. No es que sea tímido, de hecho soy bastante extrovertido, pero prefiero observar a otras personas antes de entablar amistad, y vaya, nadie me había informado de lo estúpida que está la juventud en este mundo.

De nuevo ya me pierdo en mis pensamientos y cuando me quiero dar cuenta no sé dónde me encuentro.

–¿A quién se le ocurrió la magnífica idea de hacer todos los pasillos iguales?– me pregunto a mí mismo en voz baja, algo irritado.

Rascó mi cabeza pensativo y básicamente decido por dónde ir a través de una cancioncita para niños. Sí, madurez no me sobra.

Estoy por ir hacia un lado del pasillo cuando oigo unas voces. Si hay alguien en el pasillo, tal vez pueda ayudarme a encontrar mi clase.

Ando hasta donde creo que proceden los murmullos y cuánto más me acerco, más cosas raras oigo. Golpes y jadeos doloridos. Comienzo a asustarme, aun así, acelero mi ritmo.

Los susurros se apagan, más se oyen llantos y golpes. Cuando cruzo la esquina, la imagen que tengo delante me impacta como un golpe en la cara.

Un chico golpeado brutalmente y magullado se retuerce entre el agarre a su cuello que mantiene el otro chico. Este lo eleva levemente de suelo y lo acorrala contra la pared. El chico herido tiene la piel extremadamente descolorida y juraría que está perdiendo la consciencia.

Lo que me faltaba. Enterarme de que en esta universidad hay estúpidos a los que les gusta meterse con los demás.

Y eso, es algo que yo nunca he tolerado ante mi presencia, y el grito que solté brotó solo por mi garganta.

Desde Mis Ojos (Kooktae)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora