24. De malas pulgas

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- Gracias - sonrió, mirando con cierto odio al bulto con ojos que le había insultado. Sonrió con malicia, como si estuviese robando a Rose sólo para él -. Tu estás preciosa, te pongas lo que te pongas. A mi me suele ganar la vagancia.

- Gracias - contestó la chica, tomando su mano -. ¿vamos a bailar? - propuso.

- Sí, por favor. Es muy incómodo estarse quieto en un sitio así - le dio un apretón y esa vez fue él quien la arrastró a la pista. No pretendía empezar a bailar directamente, esperaba que le diese ella el pistoletazo de salida para no desentonar y por lo que parecía, aprobó su actitud con una pequeña risa, comenzando a moverse al ritmo de la música alegre y rápida. Owen la observaba, atento. Él nunca se había meneado a la vista de tanta gente a pesar de que parecía estar ahorrando energía para echar a correr.
En una esquina del local había dos lobos mirando y analizando las salas, en las sombras. El tercero, se mantenía un poco más al frente, usando toda su fuerza de voluntad para no saltar sobre la misma pista. Pero Owen sólo tenía ojos para Rose y no se enteraba. Cada vez bailaba más cerca y una de sus manos estaba posada en el punto más bajo de la espalda.

- Podría bailar así toda la noche - dijo acercándose a una de sus orejas.

- Yo también... - susurró Rose, disfrutando del momento, aunque no hubiese estado en sus planes. Se pegó más a él cuando la música cambió a un ritmo más lento. Owen le colocó las manos sobre sus hombros para que lo usase de apoyo y así poder bailar lo más cerca posible. También pareció darle igual que Rose notase cómo de inquieto lo tenía por que al fin y al cabo, ese era el objetivo, al parecer.

- ¿Hasta dónde quieres llegar? - preguntó Owen sobre sus labios.

- Lejos... - murmuró, acercándose para rozar los de él, sin besarle.

Se inclinó sobre ella sin dudarlo, lanzándose al vacío. Asaltó su boca con iniciativa e intuición. Sabía que no era muy bueno. Rose contestaba al ritmo, mostrándole un par de cosas por el camino para que fuese un intercambio más satisfactorio. Demostrando que aprendía rápido, intentó demostrar su desparpajo mientras miraba a las amigas pedorras de Rose para sonreír con malicia.


- Ostia puta - dijo Ansgar a lo lejos, mirando la espalda tensa de Matras y sus manos crispadas -. Leo, habrá que llevárselo.

- ¿Eh? Yo quiero ver qué pasa - contestó Leo, olfateando el aire para distinguir el olor de varias personas de interés.

La puerta del bar se abrió para dar paso a más gente, entre ellas la cazadora y su compañera de ronda, quien llevaba una enorme sonrisa encima. Habían terminado con un grupito de ghouls débiles que habían encontrado en un callejón casi en el centro de la ciudad aunque la mayoría de la tarea la había hecho Vyr para enseñarle a pelear.

- Sí que está abarrotado hoy, ¿hay grupo nuevo o qué? - preguntó la cazadora, atándose la chupa de cuero a la cintura. Miró con morros hacia un lado del local por que vio cómo se acercaba Ans -. Aquí viene uno de los perretes...wuju - celebró con sarcasmo, viendo que iba acompañado de Leo, el serio.

- ¡Lobetes! - celebró, dando un saltito -. ¡Vamos a contarles lo de los ghouls!

- ¿Ghouls? Madre mía, pero eso es muy peligroso - dijo el rubiales, mirando a la más canija -. ¿No ha habido problemas?

- ¿Problemas? Si eran más tontos que un pez descerebrao - rió Vyr, dejando que los dos se acercasen para hacer un pequeño círculo -. Suja, ¿te apetece tomar algo? Voy a la barra.

- ¡Pero le he metido una zancadilla descomunal que no veas! - le contó al rubio - Sí, Vyr, pls que me muero de la sed.


- Vale bonita, ahora vengo, quédate con los lobetes - sonrió, guiñándole el ojo y dándole un culazo a Ans mientras se iba.

- Así que de caza, ¿Te está entrenando? - preguntó con curiosidad.

- ¡Shi! He comenzado a entrenar con ella y Rhyss, aunque no llego a su nivel. Es divertido y algún día patearé culos del inframundo tan bien como ella - dijo orgullosa, inflando el pecho como una pequeña paloma.

- Bueno, mientras no nos patees el culo a nosotros, a mi me vale, ¿eh? - Ans le revolvió la melena para tocarle las narices mientras se reía. Vyr aún estaba haciendo fila en la barra.

- Si os portáis bien, no tienes que preocuparte de mi... ¡ira descomunal! - amenazó cómicamente levantando las manos cual monstruo.

Ansgar parecía estar partiéndose el culo de risa cuando Vyr volvió con tres jarras de cerveza y dos vasos de agua.

- ¿Y Matras? ¿No ha venido con vosotros? - preguntó, curiosa. No se le había escapado que la otra noche se había pedido agua.

NIGHTDALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora