66. Lobo

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- Mira ésta - bufó Owen -.Tú te llevas la palma - rió, cada vez más cerca del muro con las puertas correderas del instituto.


- Gracias por acogerme - murmuró Usagi, con una sonrisa tímida.

- Ey, eres bienvenida - sonrió Vyr, pasándole un brazo por los hombros -. Espero que se te de bien aguantar a la gente idiota de clase - con una sonrisa, observaron cómo Suja y Owen arrancaban con un pseudo baile extraño como acompañamiento a una canción de uno de sus móviles.

- No se me da bien tratar con gente... - murmuró cohibida mientras caminaban.


- No te preocupes. Con nosotros no tienes que hacer ningún esfuerzo, se tú misma - le sonrió Owen -. ¿Cómo te crees que encajaba Azra en nuestro grupo? Con lo callado y serio que era siempre, rumiando y echando pestes pero aguantándonos de todas formas - el joven soltó una carcajada.

- Qué pena que no pueda venir - añadió Vyr -. Echaré de menos meterme con él.- La bruja bajó la mirada al escuchar el nombre, Sujamí bebía de su zumo prestando atención en silencio.


- ¡Owen! - exclamó una voz entre la gente que salía del instituto. Se acercó un joven que no llevaba libros ni estudiaba allí.

- Oh, mierda hombre...- murmuró el aludido, sin recordar que podía escucharlo a la perfección desde esa distancia. Dio un brinco y se apartó a un lado, haciendo como que se ataba mejor los zapatos. Suja parpadeó sorprendida ante la reacción justo antes de que Matras corriera frente a ellos y los mirase, preocupado.

- ¡Es Leo! - exclamó.


- ¿Qué le pasa a esa pasa agria? - preguntó Owen, dejando el escondite de repente.


- Está herido, le han atacado - dijo de golpe -. ¡Necesita ayuda! - Owen lo miró con los ojos como platos y girándose un instante hacia las chicas, tomó su decisión con rapidez -. Tenemos que ir YA - prácticamente ordenó, con los ojos brillando en un verde extraño demasiado potente. Tenía toda la pinta de estar aguantándose las ganas de echar a correr y de transformarse.

- ¡Mierda! ¿Otra vez? - gruñó Vyr -. Este es el cuarto ataque. Me están cabreando, ¡Y a plena luz del día!

- ¿Conocéis a alguien que pueda ayudarnos? - los ojos de Matras se posaron en Usagi -. ¡Tú! - La aludida parpadeó sorprendida con el grito -. ¡Por favor, está mal herido!

- No soy doctora...- murmuró.

- ¡Pero tienes magia! - su quejido resultó demasiado ruidoso y Sujamí se interpuso rápidamente.

- Shushhhh, que te va a oír todo dios - le interrumpió, llamándole la atención. Vyr se echó las manos a la cabeza ante el despliegue de pánico.

- No discutáis tonterías, los hombres lobo se curan solos - bufó incrédula, sobre todo porque fuese Matras quien armase tanto jaleo con aquello -. Que venga quien quiera, yo me voy a por mi bici para irme cagando leches - avisó, sacando la llave de un bolsillo para quitarle el cepo a su bicicleta. Se montó en ella y paró al lado de la salida -. Matras, ¿Te llevo? Suja, ve a por la tuya si quieres venir.


- Iré por un par de hierbas, os llamaré para saber donde estáis - anunció la bruja.

- Gracias. - Matras subió en la bicicleta de Vyr mientras Suja se ponía en marcha a por su bici.

- ¿Subes, muñeca? - preguntó a Owen, usando su mejor voz masculina sensual, que no sólo seguía siendo femenina, si no que además era cómica.

- Bueno...- respondió el recién horneado hombre lobo, con una sonrisa boba en la cara. A pesar de la situación, fue capaz de disfrutar de la cercanía -. ¡Pedalea! Y si te cansas, cambiamos - sentenció, procurando agarrarse a la parte trasera de la bicicleta y no a ella.

Vyr pedaleó hasta que le quemaron las pantorrillas, poniéndose en pie mientras el lobo se aferraba tras ella. Las vistas frontales no eran tan buenas, así que miraba hacia los lados por si venía algún coche.

Llegaron mucho antes de lo esperado a las fábricas abandonadas. Incluso la chica maldijo un par de veces por ver a lo lejos a la policía. Por suerte para ellos, en ese pueblo había cosas más preocupantes que un grupo de chavales conduciendo temerariamente.

NIGHTDALEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora