- Aburridísimo - suspiró Bal -. No le ha gustado nada tener que mudarse.
- Bueno, qué novedad - contestó sarcástico -. Iré a verlo ¿No pasa nada si me lo llevo de paseo?
- Si él quiere, adelante... - sonrió Bal -. Pero recuerda no mencionarle nada sobre tu trabajito - le recordó -. Y no matéis a nadie, que la cazadora local ya nos ha hecho una visita.
- Ah...yo sólo torturo a los que se lo merecen, pero bueno sí...lo vigilaré, como he tratado de hacer siempre. - Sonrió con una pizca de ternura que daba escalofríos -. Sólo estoy aquí de visita - su sonrisa acompañó un guiño de su ojo -. ¿Ha venido a veros? Qué agradable, ¿Sólo para hablar? - su tono burlón indicaba que no necesitaba respuesta. Ya se reía suficiente con aquello. Satomi correspondió su buen humor.
- Vi a Dahaka en el salón de música.
- Gracias, sois un encanto - movió los dedos con suavidad y la máscara negra que descansaba en el asiento reapareció en sus manos para ponérsela sobre la cara -. Volveré...tened extremo cuidado - los avisó y desapareció de golpe para reaparecer en otro sitio distinto.
Drake estaba en el salón de música, mimetizándose con las sombras de una de las esquinas de la sala y observó por si no estaba allí. Lo escuchó antes de verlo. Las notas de un violoncello llenaban la sala con nostalgia, flotando hasta sus oídos. El vampiro tocaba el instrumento frente a una ventana, alumbrado a contraluz. Llevaba el cabello suelto y tenía los ojos cerrados. Disfrutaba, tranquilo.
Y por supuesto no lo quiso molestar, pero dejó de esconderse en la esquina y procuró hacer un poco de ruido aunque fuese con extrema suavidad. Se quedó de pie a unos metros de él y la luz de la luna se reflejaba en la máscara que llevaba puesta. Su pelo, finalmente suelto con tanto salto en el espacio, le llegaba hasta la baja espalda. Liso, oscuro y reluciente.
El vampiro terminó la canción, abrió los ojos y sonrió.
- Al fin te has dignado a hacer una visita - murmuró, aún con el instrumento en las manos.
- Tenía gente que aterrorizar - sus ojos sonrieron tras la máscara -. Me han dicho que te aburres.
- A muerte. Este lugar es horrible - bufó, levantándose para dejar el instrumento a un lado.
- Qué exagerado. - Rió con suavidad -. Ven conmigo. - Le ofreció la mano enguantada y libre. Sus ojos emitían un brillo peculiar. Sin pensarlo dos veces, Dahaka tomó la mano de Drake y sonrió de lado, con la misma mueca que su padre solía hacer.
Híbrido, pero también brujo, no apartó la vista de él mientras desaparecían en mitad del aire, atravesando el cielo en un parpadeo para reaparecer en una habitación, una casa en la que el vampiro había estado ya alguna vez, hacía tiempo y que tenía los cristales especialmente tintados para visitas como aquella.
- Hemos llegado - anunció y Dahaka rió encantado.
- ¡Al fin, civilización! - celebró, mirando a su alrededor, reconociendo las cuatro paredes.
- Siéntete como en casa - contestó, sin quitarse aún la máscara. Salió del salón para ir a alguna de las habitaciones, viajar rápidamente a la ciudad de la pobre chica y volver. La había forzado a olvidar y a que descansara, así que tendría que estar bien. Volvió unos diez minutos más tarde, apareciéndose en su cuarto. Poco después fue al salón. Dahaka lo había estado esperando, impaciente.
- ¿Quieres comer algo? - le preguntó, echándose en el sillón, ya cambiado de ropa y sin máscara. Tenía el pelo recogido en un moño alto y cerró los ojos, agotado.
- Sí... - siseó el vampiro, acercándose con una sonrisa maliciosa a él, despacio. Drake notó cómo lo acechaba y soltó un bufido, sonriendo.
- No me dejes para el arrastre...o te mato.
- Ich mag dich... - susurró, tras inclinarse sobre él y acariciar su cuello con los colmillos afilados.Drake sintió un calor peculiar al escucharlo decir aquello. Ya habían tenido roces anteriores, pero que alguien le dijese que le gustaba era algo a lo que jamás se acostumbraría -. Kätzchen...- lo rodeó con sus brazos y lo arrastró para que se tumbara con él mientras el sillón se reclinaba un poco hacia atrás. Dahaka le mordió y bebió un poco. Ya había cenado en el nido pero la sangre de Drake era como una droga que disfrutaba por puro placer. Lo abrazó con fuerza mientras tragaba.
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NIGHTDALE
Teen Fiction.: LABERINTO:. Suja, Owen, Vyr y Azra son cuatro amigos que viven en un pueblo bastante grande, pero no lo suficiente como para que pase algo siniestro sin que nadie se entere. La adolescencia y las fuerzas oscuras del mal no suelen ser una mezcla b...