MIÉRCOLES NOCHE***Más tarde aquella noche dentro del Nido***
Despertó aquel Miércoles poco antes de que cayese la noche, de nuevo con un hambre incontrolable pero al menos recordando quién era y cuáles eran sus principios. Con el cielo encapotado, le resultó muchísimo más fácil bajar hasta la entrada de la pequeña mansión y comprobar que, tal y como había deseado, no había rastro de la chica. ¿Le volverían a dar caza para matarla? No veía rentable matar a la gente de Nightdale y si Vyr se enteraba de aquello...por que las muertes allí eran fáciles de localizar...si se enteraba, se meterían en un lío muy gordo, además... ¿por qué matar cuando podías vaciar a un par de sujetos y permitirles recuperarse para vivir y alimentarte de ellos otro día, o de otros?
Subió a su habitación para esperar a que alguien saliese y se echó en la cama con sólo los pantalones puestos, intentando controlar el hambre una vez más. De forma inesperada y como su supiesen que esperaba algo nuevo, alguien tocó la puerta tres veces.
- Adelante - siseó el joven vampiro, retorciéndose entre las sábanas. Una chica de baja estatura y delgada entró con una sonrisa adorable en los labios.
- Buenas noches - saludó, entrando mientras lo miraba con curiosidad. Azrael bostezó, dejando a la vista los colmillos.
- Noches...- contestó, relamiéndose un poco.
- Nuestro Maestro quiere verte - informó.
- Ah, ya pensaba que iba a dejarme aquí - dijo, levantándose con prisa y sigilo para vestirse con la blusa y la chaqueta militar negra. En un instante estaba en la puerta, con los ojos rojos y hambriento como mil demonios en ayuno. Ella salió y esperó a que la siguiera por los pasillos. El vampiro fue detrás al instante, ansioso, haciendo oído por si le tendían una trampa rara. No se podía fiar de nadie, eso le había quedado claro mientras hacía caso a sus instintos más animales.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó la chica, casi parecía tener su edad pero tenía la altura de un pony a su lado.
- Me arde la garganta, tengo mucha hambre - siseó, casi mirándola a ella como si fuera la cena -. Pero no me duele nada...ya no.
- Eso es bueno - sonrió la chica -. Y no te preocupes, aquí no pasarás hambre - le aseguró.Azrael asintió y la siguió con energía de sobra para saltar por las paredes a la mínima -. ¿Sois muchos?
- Mucho menos de los que éramos antes - murmuró bajito, guiándole hasta una puerta donde había una escalera que llevaba a su destino.
- Lo lamento - murmuró, guardando silencio hasta que terminase el tedioso camino. ¿Quizá por eso lo habían convertido? ¿Para paliar bajas? No sabía si sentirse ofendido o halagado.
Llegaron hasta la planta superior. Las ventanas dejaban entrar la luz de la luna alumbrando los corredores, la chica lo llevó hasta una puerta elegante y tocó un par de veces, se abrió por si sola tras un par de segundos y la chica le sonrió al novato, invitándolo a entrar. Sin hacer muchas preguntas, Azra la miró unos instantes y luego entró, como un animalillo lleno de curiosidad.La habitación parecía sacada de una película de millionarios góticos. Estaba lujosamente decorada, una fogata alumbraba al fondo dándole una atmósfera cálida a la inmensa habitación y una silla descansaba frente al hogar. Había alguien sentado en ella y a su lado, una silueta femenina acariciaba los cabellos rojos del vampiro de ojos dorados.
El joven vampiro tragó una vez más, incapaz de olvidar actos reflejos humanos, por culpa del hambre y sin querer, también dejó escapar un pequeño rugido.
- Bienvenido al reino nocturno - saludó Balthazar con una enorme sonrisa que mostró sus perfectos colmillos blancos -. ¿Cómo te encuentras? - la mujer que había visto la otra noche lo miró con una sutil sonrisa.
- Tengo hambre - se quejó un poco y notó los pelillos de sus brazos erguiéndose de forma desagradable. Sus ojos cada vez estaban más rojos, a juego con el pelo largo de dicho 'Maestro' -. Gracias - añadió, contestando en orden inverso debido a su ansiedad.
El pelirrojo movió una mano para señalarle una mesa donde había varias copas llenas de sangre -. Buen provecho - le deseó.
Con naturalidad, Azrael se giró hacia ellas y aunque las miró con desagrado, se acercó a ellas y empezó a beber con ansia, dándoles la espalda y sin ser capaz de pensar a quién pertenecía esa comida. Sólo quería comer, comer y comer. O beber.
- Escuché sobre la aventura de la otra noche - murmuró el vampiro, mirándole con curiosidad.El joven aniquiló con rapidez las dos primeras copas y sólo con la tercera empezó a saborear de verdad el líquido. Dejó escapar un ruido placentero, sin querer escuchar a su Maestro, de momento.
- Bebe todo lo que quieras - añadió -. Tenemos una buena reserva.
- ¿Dónde? - preguntó de repente, menos ido y lamiéndose los labios mientras lo miraba.
- Por ahora bebe de lo que hay en la mesa - rió divertido.
Azra le hizo caso, aunque se temía cualquier cosa. Seguía teniendo mucha hambre acumulada, así que no paró hasta beberse todo y recuperar un tono rosado ultra sano en su piel. Los vampiros le miraron con interés y una calma fría, quizá esperando a su siguiente movimiento. Para ser un novicio estaba demasiado lúcido.
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NIGHTDALE
Teen Fiction.: LABERINTO:. Suja, Owen, Vyr y Azra son cuatro amigos que viven en un pueblo bastante grande, pero no lo suficiente como para que pase algo siniestro sin que nadie se entere. La adolescencia y las fuerzas oscuras del mal no suelen ser una mezcla b...