Miró el reloj de su muñeca y activó una luz verde que le avisó de lo tarde que era. Pero ni un cambio, ni uno y Owen continuaba durmiendo como un lirón hasta que llegaron las visitas y tuvo que escaquearse por la ventana a primera hora, cual alimaña. Aun así, siguió espiando todo lo que pudo desde fuera de la ventana, tras la cortina, intentando asegurarse de que nadie lo vería desde la calle. Por suerte, esa zona daba a un descampado y nadie lo vería colgando como un mono.
- Señor Kwang, no lo esperábamos tan pronto - saludó una voz, era una de las enfermeras.
- ¿Cuándo pasará el enfermero jefe? - se interesó el individuo.
- Pronto, pronto. En unos minutos subirá para recibirlo. Si es tan amable, puede esperar dentro - indicó otra de las enfermeras, abriendo la puerta y dejándolo pasar.
Sí, era el padre de Owen. Saltaba a la vista por los rasgos. No sabía si habría más de ellos en Nightdale, pero los rasgos suaves que había heredado el hijo y la mandíbula cuadrada tenían que ser de él. Era un hombre guapo, elegante, alto y un poco serio con un corte de pelo poco común, ladeado liso, denso y negro, como la ropa que llevaba. Con unas manos de dedos largos y ágiles, sacó de una mochila un cuenco con una manzana troceada. Sonrió un poco al ver cómo miraba a su hijo y sólo entonces, decidió que quizá era hora de volver a casa para dormir, sólo un poco.
Tenía que hacer relevo con alguien mientras tanto, para que vigilasen si había algún cambio en el humano. Pero menuda fue su sorpresa cuando a las tres horas, Leo volvió a casa con el ceño fruncido.
- En serio, no lo entiendo. Debería haber empezado a dar señales de cambio...pero sólo está...sano...y ya está - gruñó -. Lo sacarán del hospital pronto y como era de esperar, están muy confusos con su recuperación.
- ¿Aw, tu salibita no funciona? - lo picó Ansgar desde un sillón -. Igual tendrías que haber dejado que Matras le diese el mordisquito, eso sí que habría sido divertido de ver, sobre todo si se lo lleva al bosque para ponerse en plan conejo en celo.
El aludido acababa de salir de la ducha pero había estado mosca, con la oreja puesta desde que había llegado Leo. Con una toalla secándose la cabeza y unos pantalones vaqueros, les miró fijamente.
- ¿Cómo que no funciona? - preguntó, sintiéndose cerca de un ataque de nervios -. ¿¡Cómo es eso posible!? ¿Seguro que lo has comprobado? - Leo alzó un poco una ceja y se cruzó de brazos, a la defensiva.
- Disculpa, pero sé lo que he visto, oído y olido.
- ¡Pues habrá que mirar mejor! ¡Es imposible que se resista a tu mordisco! - Matras se negaba a aceptar aquella estupidez y Ansgar había elegido ser más inteligente y no meterse en conversaciones de mayores -. ¡Si se estaba curando! Hay que llamar a Rhyss.
- El...¿El tutor de la Cazadora? No se yo... - dudó Leo, deteniéndose un instante para pensarlo.
- Es probable que él sepa lo que le pasa o al menos...quizá sepa dónde mirar - el joven lobo se dejó la toalla sobre la cabeza y miró a Ansgar -. Llama a la Cazadora. Dile que Rhyss debe revisar a Owen.
- Uff...al menos así podré ver a ese lobillo solitario - sonrió con malicia el rubio mientras buscaba su teléfono móvil y empezaba a marcar con agilidad -. Oh, morena, qué rápida - se sorprendió al escucharla -. Ouch, joder no me insultes - le oyeron decir mientras se levantaba para colocarse delante de las ventanas de cristal grueso y opaco -. Ya ehm...quería pedirte, bueno, todos nosotros, si podría pasarse Rhyss con Owen cuando lo saquen del hospital. - Leo y Matras estaban tensos mientras lo escuchaban hablar con tanta tranquilidad -. Cosas nuestras, mujer, queremos ver cómo va y no es plan de invadir la casa de sus padres cuando lo tengan allí, ¿no? No seas tonta - Ansgar soltó una carcajada y al poco, antes de colgar le dijo -. Vale preciosa, gracias. - Inspiró hondo, tratando de asimilar los cariñosos insultos que le había regalado y añadió a sus compañeros -. Está hecho. Vendrán todo lo pronto que puedan - culminó, echándose de nuevo en el sillón bajo la atenta mirada de Leo -. ¿Qué?
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NIGHTDALE
Teen Fiction.: LABERINTO:. Suja, Owen, Vyr y Azra son cuatro amigos que viven en un pueblo bastante grande, pero no lo suficiente como para que pase algo siniestro sin que nadie se entere. La adolescencia y las fuerzas oscuras del mal no suelen ser una mezcla b...