11. Aullidos

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Noche de MIÉRCOLES
Esa noche el bosque estaba en silencio a excepción de las zarpas que rascaban los árboles y el suelo, buscando el sustento para poder sobrevivir un día más.


Una lechuza giró su cabeza, alerta, reflejando la luz de la luna y delatando su posición con aquellos dos faros redondos. Era muy complicado captar nada, pero allí en la oscuridad había unas criaturas que encontrarían su camino de ida y vuelta incluso con los ojos tapados. Podía ver a esos seres sin ningún problema y sabía que no eran de allí. Ellas también podían verle.Habían llegado unos visitantes.

Los sonidos de la noche llegaban a sus orejas como si éstas fuesen radares e incluso la rama donde se escondía el ave ya no era un misterio. Los dos cuadrúpedos alzaron las cabezas y otearon el aire, uno de ellos con pelaje rubio gruñó en la base del árbol, subiendo dos patas para ladrar a aquello que olía de una forma tan familiar.


Un lobo grande, casi tanto o más como el de pelo rubio, dio un empujón al que se había puesto a armar jaleo y le reprendió por hacer tanto ruido. No era buena idea que delatasen su posición cuando los estaban persiguiendo, no sabían si quien iba tras sus pasos era el mismo asesino que había acabado con la manada del jefe anterior...pero era mejor prevenir y darse prisa.

El lobo rubio apartó la vista del ave y bajó un poco las orejas al sentir un mordisco a un lado de su cara. Mejor era hacer caso...pero esa lechuza no era normal, ¿no habría sido buena idea cenársela? Unas suaves y lentas pisadas se escucharon desde más atrás, justo cuando la lechuza graznaba por lo bajo.

Otro lobo, este de tamaño algo más pequeño y de un color castaño algo rojizo, se acercó a los dos primeros. Parecía cansado y llevaba la lengua por fuera, intentando regular la temperatura normal de su cuerpo después de una intensa carrera.

El lobo rubio fue a por él para intentar morderle una pata, la cabeza o incluso el trasero y el que parecía el alfa les gruñó para que no se entretuviesen. Como si ordenase que ese no era el momento ni el lugar. Tenían a un cazador experto pisándoles los talones y necesitaban guarecerse, no despistarse y dejar más señales de que habían pasado por allí.


El joven lobo echó a correr cerca del alfa, escondiendo el rabo entre las piernas mientras le enseñaba los dientes al que siempre lo molestaba.

- NNngggrrrr.

Les costó un poco encontrar una casa con la colada aún tendida o a mano y cinco casas más tarde, por fin consiguieron ropa.

Normalmente podían transformarse con ella puesta y no perderla, pero hacía mucho que no los acompañaba nadie que pudiese hechizarlos para no destrozarla con las transformaciones y tenían que recurrir a vías más ilegales mientras tanto.

- ¿Qué tal estoy? - preguntó un hombre alto de musculatura marcada. Rondaría los treinta años como mucho y su melena rubia y barba, iban acompañadas de unos ojos azules como el cielo despejado.

Recostado contra un árbol del bosque había otro hombre de ojos verdes y melena hasta los hombros negra y lisa. También era de constitución fuerte aunque parecía muchísimo más serio que el anterior. Seguramente también era más cauto o daba todas las señales de serlo.

- Leo, ¿esperamos a Matras?


- Sí. Te pegaré un puñetazo como intentes irte tú sólo de nuevo - gruñó, cabreado. No soportaba que ignorasen sus órdenes de aquella forma, sobre todo Ansgar. Últimamente estaba insoportable...cómo se notaba que era primavera.

- Por favor, dale bien fuerte. Está tan pesado que me arrepiento de no ser lo suficiente fuerte como para machacarlo. Y mira que no es el único al que le afecta esta estación, pero parece que sea así de lo exagerado que es...- una voz más joven acompañó el sonido de la hierba al pisar. Era más bajo que los otros, más joven y abultaba bastante menos. Tenía una melenilla,desigual, algo más corta y de un color chocolate que tiraba al grisáceo paja. Era quien tenía más probabilidades de pasar desapercibido así que, en varias ocasiones, lo habían tenido que utilizar para tareas más...humanas, como conseguir comida para los tres cuando la caza no daba sus frutos. Lo malo es que muchas veces no podían ni acercarse a las zonas pobladas pero Nightdale...Nightdale era tema a parte...Y habían oído cosas de ese pueblo grande durante un año entero que aseguraban que las tierras que lo rodeaban prometían algo de tranquilidad para gente como los suyos.


En resumidas, tenía fama de sumidero sobrenatural, como si allí hubiese un núcleo donde se concentraba todo el mal existente. Y sí, eso incluía a lobos bastante inofensivos y recelosos como el joven que los acompañaba. Pensaban que no habría ningún cazador en la zona pero jamás se habrían esperado estar más equivocados.

Huelga decir que tampoco esperaban que la cazadora fuese tan inútil, por que, después de escuchar rumores sobre lo violenta y mala que era, les resultó insultantemente fácil entrar y dejarse llevar por la riada de jóvenes hasta la zona de bares.

- ¿Hook? Tiene gancho el nombre - soltó de repente Ans mientras se mesaba la barba.

- Uhgf. Eres muy gracioso - se quejó Matras, abrochándose la sudadera con la capucha por arriba y ajustándose un poco más los pantalones de chándal anchos -. Leo, ¿En serio vamos a entrar ahí? Es...desagradable, hay muchísima gente.

- Sí, vamos a entrar. A ver si Ansgar se calma de una puta vez y nosotros podemos descansar. He escuchado que es el mejor sitio para cazar.


Matras puso los ojos en blanco pero los siguió, desviándose en cuanto tuvo ocasión para desaparecer entre la gente dentro del local. El ambiente era muy bueno, tranquilo incluso. La música era lo suficientemente energética como para que la gente quisiese quedarse allí toda la noche, pero no tanto como para agotarlos en pocos minutos.

Se bailaba, comía, bebía y sobre todo se reía a pesar de que allí apestaba a vampiro que echaba hacia atrás. Pero por supuesto, si los humanos pudiesen captar ese poco sutil olor a muerto, ya habrían salido por patas hacía horas.

Leo miró a su compañero rubio con el entrecejo fruncido.

- Ah, vamos. No estamos como para quejarnos ¡disfruta, hombre! - sonrió, dándole una palmada demasiado fuerte en la espalda. Desvió la mirada entre la gente mientras iban a la barra y pudo hacer un barrido más o menos rápido. Le gustó ver que había de todo, desde amigos que jugaban a las cartas hasta parejas poniéndose a tono en rincones oscuros -. Se te va a romper la frente como sigas arrugándola así.


Leo suspiró, cruzándose de brazos, cansado.

- ¿Has encontrado ya a tu pasatiempo? - preguntó mientras sentía el peso de un brazo sobre su hombro. Ansgar nunca había sabido guardar las distancias, para su desgracia.

- Sí, mira hacia la derecha, casi al fondo, en la zona de sofás y mesas altas con las banquetas rojas. Tiene unas curvas...unas piernacas...ay mi madre.

Leo buscó el sitio que le indicaba, intentando ignorar el gruñido excitado que le llegaba a la oreja. No le costó demasiado encontrar a quien estaba mirando por que tampoco es que la muchacha intentase esconderse. Llevaba unos pantalones negros flexibles con agujeros en las rodillas, botas militares, chaqueta de cuero y un ridículo top de deporte que sujetaba lo que debía y ahí acababa su trabajo.

La chica era preciosa, tenía que admitirlo e incluso él tuvo el impulso de gruñir y raspar el suelo como un imbécil...pero había algo que no le encajaba.

- Ve si quieres, es cosa tuya - contestó -. Suerte, lobato - le deseó, girándose para ir a la barra y pedirse un ron seco. Quería mantener los ojos sobre su pequeña manada, aunque a Matras lo había perdido de vista hacía rato. Del enano se fiaba, pero lo que era de Ansgar...en absoluto.Los amigos que se sentaban en torno a una mesa, intercambiaban alguna que otra sonrisa a pesar de no parecer demasiado contentos, algo los carcomía por dentro. Efectivamente era el no poder encontrar a Azrael lo que los tenía inquietos, pero eso no los detenía a la hora de salir y seguir observando o intentar relajar la cabeza en el local.


Vyr se terminó la copa de Vodka que se había pedido y giró su cabeza a un lado. Estaba sentada en un taburete, Sujamí y Owen en uno de los sofás, inclinados sobre la mesa para jugar a las cartas.

Intentó no parecer muy sorprendida pero de hecho lo estaba. Su instinto le decía que había peligro y no tenía forma de explicarse por qué. Ese tiarrón enorme, musculoso, rubio de pelo largo y ojos azules parecía una broma de mal gusto, un cebo para que picase. Y vaya si iba a picar. Le mostró una de sus mejores sonrisas y apartó la melena ondulada a un lado. Hacía bastante que no tenía un lío decente...y el último había resultado un vampiro muy idiota.

- ¿Qué se te ha perdido por aquí, guapo?


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¡Muy buenas! ¿Qué tal estáis? Espero que bien. ¡Esta vez os traemos un micro capítulo con gente nueva. Vosotros ya sabéis quiénes y qué son...¿cómo reaccionarán nuestros protagonistas?

Se aceptan apuestas xD.

Gracias por leer. Recordad que podéis comentar sin miedo, votar y recomendar la lectura a vuestros amigos. ¡Un abrazo muy grande! Tened cuidado, lavaos bien las manitas y respetad las medidas de seguridad, por favor <3.

Os saludan
Lady_Zadril.

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